Juan salió de Venezuela con 13 años de edad, un tobillo inflamado y sin documento de identidad. Camina como puede desde las seis de la mañana junto a su primo, un par de adultos y otros dos menores de edad por una carretera al noreste de Colombia. A estos últimos los conoció hace dos días, en el autobús que los trajo a todos desde Valencia, estado Carabobo, en el centro de Venezuela, hasta la ciudad fronteriza de San Antonio del Táchira. Son las cinco de la tarde del 15 de enero de 2020 y Juan ha transitado cerca de 700 kilómetros desde que inició su travesía migratoria, sin la compañía de algún representante ni permiso legal para viajar solo. Más de 40 kilómetros de ese recorrido los ha hecho caminando en territorio colombiano.
El albergue FundAR 1, ubicado en la carretera que comunica a las ciudades de Cúcuta y Pamplona, es uno de los 14 refugios para venezolanos que emigran a pie, los llamados “Caminantes”. Se encuentra a poco más de 40 kilómetros del sector fronterizo La Parada, donde Juan y los demás pasaron la noche. Como ellos, son miles los venezolanos que emigran hacia Colombia y otros países suramericanos. Muchos, miles también, son menores de edad e indocumentados como Juan.
“Nómadas y sin papeles” es una de las historias de la investigación periodística “El rastro de los hijos migrantes” realizada entre El Pitazo e Historias que Laten, de Venezuela, en alianza con La Liga Contra El Silencio de Colombia que cuenta la odisea de niños y adolescentes que han sido forzados a cruzar la frontera entre Colombia y Venezuela en búsqueda de mejores condiciones para vivir. Las historias, que se cuentan en un especial multimedia, son producto de la beca para Proyectos de Investigación Transnacional otorgada por Instituto Prensa y Sociedad en 2019.
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