Durante el caos que se ha convertido esta semana el aeropuerto de Kabul, en Afganistán, el grupo yihadista Isis-K envió dos terroristas a inmolarse en las inmediaciones de la pista aérea, causando la muerte de más de 60 personas en el sitio.
Pero, ¿qué se sabe de este grupo armado?
Filial del Estado Islámico
Isis-K es una rama regional del Estado Islámico, grupo terrorista que autoproclamó un califato entre Siria e Irak, en 2014. Se formó en 2015 en la provincia Jorasán (Khosarán en inglés), un territorio que comprendió partes de Afganistán, Irán y Asia central durante la Edad Media.
Este grupo, según especialistas reseñados por Euronews, se ha posicionado rápido y tomado control de varias regiones al norte de Afganistán, desde donde han coordinado ataques en ese país y en el vecino Pakistán.
Una de las organizaciones más mortíferas
En 2018, Isis-K se convirtió en una de las cuatro organizaciones terroristas más mortíferas del mundo de acuerdo con el Índice de Terrorismo Global del Instituto para la Economía y la Paz, tras su eficiencia en planear y ejecutar ataques contra grupos minoritarios, zonas e instituciones públicas y objetivos gubernamentales en las principales ciudades de Afganistán y Pakistán en los tres primera años de formación.
Enemigos de los talibanes
Los fundadores de este grupo consideran a los talibanes como “demasiado moderados”, y sus filas están compuestas por talibanes paquistaníes, afganos y miembros del movimiento islámico en Uzbekistán.
La letalidad de sus ataques se debe a la experiencia local de todos sus militantes.
Los expertos Amira Jadoon, de la Academia Militar estadounidense West Point, y Andrew Mines, investigador del programa de Extremismo de la universidad George Washington, citados por Euronews, sostienen que desde Isis-K califican a los talibanes como “sucios nacionalistas”, que solo buscan un gobierno en Afganistán.
Amenaza a la seguridad de Afganistán
Expertos en seguridad señalan que Isis-K ha demostrado ser una importante amenaza, pues también han amenazado la seguridad de los trabajadores de la ayuda internacional, han obstaculizado la eliminación de minas terrestres e incluso trataron de matar al enviado de Estados Unidos en Kabul en enero de este año.
Las acciones de este grupo revelan los mayores temores del gobierno de Estados Unidos tras retirada de Afganistán: bajo un Gobierno talibán, el país se convierte de nuevo en refugio para grupos extremistas anti occidente.