Con un sonoro cacerolazo desde sus casas y algunos en las calles, miles de ecuatorianos reclamaron la noche de este sábado en Quito el cese de la violencia; tras el toque de queda decretado por el gobierno ante los episodios de violencia y vandalismo vividos durante el día, que acabaron con la sede de la Contraloría incendiada.
La calma que registraban las calles de Quito con el toque de queda, que obligó a sus ciudadanos a resguardarse en sus domicilios, fue rota por miles de golpes metálicos al promediar las 20:30 hora local (1:30 GMT).
Al principio fueron unos pocos quiteños los que se animaron a secundar la convocatoria que había circulado horas antes por redes sociales, pero poco después se unieron más ciudadanos en esta particular manifestación pacífica para reclamar la vuelta a la normalidad.
«¡Paz, paz!«, gritaban algunos participantes para remarcar la finalidad de los repetidos golpes a cacerolas desde sus balcones y terrazas.
Fue el último episodio de una jornada muy complicada para Quito, que amaneció con el centro histórico prácticamente sitiado por los manifestantes y siguió con nuevos enfrentamientos entre manifestantes y policías que dieron continuidad a los registrados en la víspera.
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A pesar de que la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), que lidera la protesta, aceptó a mediodía ir a un diálogo con el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, los disturbios se extendieron por toda la ciudad por parte de grupos ajenos a los nativos.
Estos violentos manifestantes tomaron a la fuerza la sede de Contraloria, que acabó incendiada, e intentaron hacer lo propio con las instalaciones de un canal de televisión y un diario de cobertura nacional.
El toque de queda fue decretado por el presidente Moreno a partir de las 15:00 hora local (20:00 GMT) y sirvió para que amainaran los desmanes y se recuperase un poco el orden en la ciudad.
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