Moscú.- El presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, fue reelegido este domingo, 9 de agosto, con 80% de los votos, según sondeos a pie de urna, una victoria empañada por las detenciones de opositores y periodistas, el bloqueo de internet y las sospechas de fraude.
«Lo mas importante es saber aceptar la derrota. Es decir, aceptarlo (el resultado) y felicitar» al rival, dijo Lidia Yermóshina, la jefa de la Comisión Electoral Central (CEC), cargo que ostenta desde 1996.
Lukashenko, de 65 años y en el poder desde 1994, buscaba un sexto mandato presidencial en medio de las tensiones con su principal aliado, Rusia, y el deshielo con Estados Unidos, que envió este domingo una segunda partida de petróleo para cubrir el vacío dejado por el crudo ruso.
De acuerdo con los sondeos a pie de urna publicados por la agencia Belta, Lukashenko lograría 79,7% de los votos, con lo que podrá permanecer en el cargo hasta 2025, caso inédito en la reciente historia de Europa.
Mientras, la candidata de la oposición unificada, Svetlana Tijanóvskaya, obtendría un 6,8% de los sufragios, un resultado muy lejos de lo pronosticado por los analistas.
Tijanóvskaya, que asumió en mayo el liderazgo de la oposición tras la detención de su marido, Serguéi Tijanovski, el bloguero más popular del país, consiguió movilizar en las últimas semanas a cientos de miles de personas en toda Bielorrusia.
«El país no puede pertenecer a una sola persona», aseguró la víspera la opositora, quien prometió convocar, en caso de victoria, unas elecciones auténticamente democráticas en un plazo de seis meses.
Tijanóvskaya formó una troika con otras dos mujeres: Veronika Tsepkalo, esposa de un candidato exiliado, y María Kolésnikova, representante del detenido banquero y también aspirante, Víctor Babariko. Pese a todo, Lukashenko insistió en que una mujer no puede ser presidenta de Bielorrusia.
«Yo no considero a esa persona mi principal oponente. Son ustedes (los medios de comunicación) quienes la han convertido en mi mayor rival. Ella misma ha reconocido que no sabe dónde está ni qué hacer», comentó a la prensa tras depositar su voto.
LEE TAMBIÉN
Trump sugiere postergar elecciones presidenciales por supuesto riesgo de fraude
Los resultados preliminares contrastan con el gran descontento popular provocado por la gestión de Lukashenko durante la pandemia de coronavirus en Bielorrusia, que suma casi 70.000 contagios y 587 muertos.
«En nuestro país no ha muerto ni una sola persona de coronavirus. ¡Ni una sola!», afirmó, declaraciones que dieron la vuelta al mundo y propiciaron una visita de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A esto se suma el estancamiento económico -el Banco Mundial ha pronosticado una contracción del 4%, la mayor caída en veinticinco años- y la indignación por las detenciones masivas de activistas, periodistas y observadores.
«Sasha, 3%» fue el mote de Lukashenko que se popularizó en las redes sociales en los últimos meses por el bajo nivel de popularidad entre los bielorrusos.
La represión prosiguió este domingo, ya que fue detenido otro de los principales colaboradores de Tijanóvskaya, con lo que ya son diez los apresados cercanos a la candidata opositora en los últimos días.
Por temor a un arresto, Tsepkalo abandonó con urgencia Bielorrusia y se refugió en Moscú, donde se había exiliado en un primer momento su marido y sus dos hijos.
Tras cerrarse los colegios y publicarse los sondeos que otorgaban la victoria a Lukashenko, activistas opositores se congregaron en torno a varios colegios electorales, pese a las advertencias de las autoridades. Varios fueron detenidos y se produjeron enfrentamientos violentos entre manifestantes y efectivos antidisturbios.
Precisamente, después de que Lukashenko advirtiera de que no permitirá una revolución a la ucraniana en Bielorrusia, las fuerzas de seguridad reforzaron su presencia en el centro de Minsk y acordonaron edificios oficiales, parques y plazas.
Tijanóvskaya había instado a los bielorrusos, «civiles y de uniforme», a que renunciaran a la violencia. «Somos gente pacífica. Nuestra fuerza está en la unidad y el amor por nuestro país. Somos mayoría y no necesitamos sangre en las calles de nuestras ciudades», proclamó.
Más del 41% de los bielorrusos votó por adelantado, un instrumento de fraude, según la oposición y los observadores independientes. Por eso, la oposición llamó a sus partidarios a votar exclusivamente el domingo, con lo que la nota dominante fueron las grandes colas frente a los colegios, incluido el habilitado en la embajada bielorrusa en Moscú.
La oposición decidió realizar un recuento paralelo por medio un programa informático Golos (Voto) en el que se registró más de un millón de personas, que debían enviar una foto con su sufragio.
No obstante, la jornada estuvo marcada por el bloqueo de internet, lo que dificultó el acceso a medios independientes, como Nasha Niva y Tut.by, el recuento paralelo y la movilización opositora en las redes sociales.
Sea como sea, la jefa de la Comisión Electoral Central Yermóshina negó que se hubieran producido irregularidades que pudieran repercutir en el resultado final, en lo que coincidieron los diputados rusos que acudieron a los comicios, en los que por vez primera no hubo observadores occidentales.
Yermóshina llamó a la oposición a no «agitar a las masas» a tomar las plazas con el fin de evitar lo ocurrido en las presidenciales de 2010, que desembocaron en desórdenes violentos y en la detención del principal candidato opositor.
Esta web usa cookies.