Al menos 22 personas fallecieron en el aluvión del lunes 31 de enero en el centro oeste de Quito, capital de Ecuador. Asimismo, una veintena de personas están reportadas como desaparecidas y los moradores y autoridades de los barrios afectados mantuvieron la búsqueda este martes, 1 de febrero.
Dos de los 47 heridos trasladados a casas de salud se encuentran en estado «crítico», mientras otros siete ya fueron dados de alta, según el alcalde de la ciudad, Santiago Guarderas. De acuerdo con el edil, la tempestad que cayó la víspera sobre Quito fue inédita, con 75 litros por metro cuadrado, cuando se esperaban apenas dos litros por metro cuadrado.
El aluvión provocado por el temporal desbordó las infraestructuras de captación, pues la capacidad de embalse era de 4.500 metros cúbicos, pero hubo un volumen de 20.000 metros cúbicos, y el agua y lodo bajaron desde el volcán Pichincha, que se erige al oeste de la ciudad, apuntó Guarderas.
Además, la torre de captación, de 9 metros de altura, quedó tapada por el lodo y árboles, y el desfogue salió por la quebrada y avanzó atravesando la zona poblada.
Hace 47 años ocurrió un evento parecido al actual, por lo que se elaboró el proyecto «Laderas del Pichincha», que consistía en la colocación de diques, embalses y torres de captación para conducir el agua que baja por las quebradas del volcán.
Personal de socorro, entre ellos bomberos y militares, se mantienen en labores de rescate y limpieza en el lugar donde al momento no hay servicio eléctrico ni de agua potable y donde se observan viviendas destruidas y otras a punto de colapsar.
Huellas de lodo que llegan hasta el segundo piso de una vivienda, una cancha deportiva cubierta completamente de lodo o la presencia de un automóvil en la sala de una casa, adonde llegó arrastrado por la crecida, son algunas de las imágenes más impactantes en la llamada «zona cero».
Varios moradores, pala en mano, colaboran con los rescatistas con la esperanza de encontrar supervivientes. Así también limpian de escombros la zona que amaneció con una gruesa capa de lodo en calles y en las plantas bajas de muchas viviendas.
En el sector por donde pasó la avalancha de lodo se aprecian también troncos de árboles, que bajaron de la montaña arrastrados por el agua, así como postes de tendido eléctrico, grandes colectores de basura y cables caídos, además de automóviles cubiertos de barro y otros destruidos.
Alejandra Albán, moradora del barrio La Gasca, comentó a EFE que todo pasó «de un momento a otro» y pidió el apoyo de las fuerzas de socorro y de la ciudadanía en general para destapar los sumideros a fin de evitar más problemas con próximas lluvias.
«Esto se da por la mala tala de los árboles. Estamos a las laderas, prácticamente a las faldas de las montañas y, al perder los árboles, obviamente toda la tierra se vino y esto era una catástrofe que en algún momento iba a pasar», opinó.
Tras un sobrevuelo por la zona de la tragedia, el acalde Guarderas aseguró que el fenómeno tuvo origen en la acumulación de lluvias y descartó que tenga que ver con algún tema de deforestación.
July Silva relató a EFE que desde la ventana de su casa vio correr «cascadas de lodo», de material y a pocos minutos se llevaba como barcos de papel los automóviles y la gente. «Esto es una consecuencia de que a la comunidad no le importa ir a botar escombros en las quebradas del Pichincha», agregó.
Consideró indispensable revisar las zonas de desfogue de las quebradas y hacer una campaña de educación para que la ciudadanía no bote desperdicios. «Tuvimos ya un invierno el año anterior cruel, cruel, y no pasó esto porque el municipio que estaba a cargo, comenzó con maquinaria a limpiar todas estas áreas», dijo en una de las intersecciones de La Granja, a pocos metros de la zona por donde bajó la crecida arrastrando todo a su paso.
Para el concejal de Quito Fernando Morales, una de las causas del suceso es la mala planificación. «Años de mala planificación de la ciudad, de abuso del poder para lamentablemente avanzar en la construcción de las laderas es lo que ha generado esto», dijo a EFE en la zona del desastre.
Mientras continúan las labores de limpieza y rescate, diversas instituciones, públicas y privadas, organizan colectas para apoyar a los damnificados.
Esta web usa cookies.