Por Marinés Calderón-infociudadana de El Pitazo
Caracas.- A las 4:50 p. m del 7 de marzo de 2019 hubo un corte de electricidad en la urbanización Los Palos Grandes y pensé que el asunto se resolvería en pocas horas… ¡Cuán equivocada estaba!
Al caer la noche estábamos a oscuras, sin internet y con muy poca conexión telefónica, pero gracias a una milagrosa llamada de mi hermano, que vive en Puerto Ordaz, supe que se trataba de un apagón prácticamente nacional.
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Las horas transcurrían sin electricidad y, por ende, sin agua. Una mezcla de emociones que iban desde la calma y la esperanza hasta la rabia y la impotencia se apoderó de mí y de muchos de mis vecinos.
Sin embargo, en esta situación hubo tres hechos que nunca podré olvidar:
1) El sentido de solidaridad que afloró en los vecinos de mi edificio, lo que a su vez hizo surgir una bonita camaradería, quizás porque ante la adversidad nos identificamos los unos con los otros.
2) La incertidumbre respecto del estado en que se hallaba mi familia, porque después de esa corta conversación que tuve con mi hermano, no volví a tener noticias de mis familiares.
3) El aislamiento en que nos encontrábamos producto de no poder comunicarnos más allá de las fachadas de nuestro edificio.
Aunque siempre lo he sabido, ese día muchos confirmamos -otros por primera vez se percataron de ello- la enorme importancia que tienen la comunicación y la información en nuestras vidas.
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