Relato: María Mercedes Molero Briceño – Infociudadana
El COVID-19 llegó para cambiarnos la vida. Vivimos acelerados, trabajamos sin parar, navegamos en las redes sociales, pero nunca tenemos tiempo de estar en familia para nuestros hijos. Para eso están las maestras, las tareas dirigidas, la psicopedagoga, o cualquier otra persona que pueda asumir las responsabilidades de los padres por «el poco tiempo que tienen debido al trabajo».
Si bien es cierto que debemos agradecer a muchos profesionales en estos tiempos de cuarentena y de crisis, como a los médicos, los enfermeros o hasta al personal de mantenimiento de los hospitales y clínicas, que exponen sus vidas para salvar las de otros, también es importante agradecer a esos héroes de toda la vida que nos han ayudado a formar a nuestros hijos: los maestros, personajes que, a pesar de tener una familia y tantas preocupaciones como cualquiera en esta crisis, se han toman un tiempo para orientar a sus estudiantes mediante Internet y las redes sociales.
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Muchos son los jóvenes que hoy están cumpliendo sus compromisos académicos desde casa, y avanzan hacia el cierre de su año escolar con buen pie. Todo ello, gracias a la orientación y a la buena voluntad de los profesionales de la educación, así como de muchos representantes que están en sintonía con ellos y con la educación de sus hijos.
Sin embargo, vale la pena resaltar que existe el otro lado de la moneda: padres a quienes les cuesta ayudar en las obligaciones a sus hijos, y que se quejan de las asignaciones diarias, alegando que son muchas o que son inútiles. En estos casos nos preguntamos: ¿acaso los hijos no tienen que prepararse para la vida y es responsabilidad de los padres procurarlo? ¿Quién es verdaderamente el responsable de la educación de los niños y jóvenes? ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de los educadores?
Sobre estas interrogantes, la docente María José Mora Vega comenta que tiene sentimientos encontrados como docente y madre. “La verdad, como madre de un estudiante, pienso en eso todo el tiempo, pero una parte de mi otro yo docente me hace responsabilizarme y contribuir a la educación de mi hijo en casa. No todo debe aprenderse en la escuela, y ese creo que es el mayor problema que tenemos los padres venezolanos: endosar totalmente a otros la educación de nuestros hijos una vez los inscribimos en el sistema educativo”.
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“Muchos padres no quieren asumir el reto que nos pone la vida a través de esta pandemia. Hay padres quejándose por la cantidad de tareas, alegando que están agobiados. Pero no todo es negativo, porque esta contingencia mundial ha permitido demostrar, por primera vez, que nuestros hijos pueden educarse desde casa”, enfatiza. “Por primera vez, un niño o joven en edad escolar le está dando un buen uso a una aplicación, a un buscador o a una red social».
Para la educadora, los padres deben seguir orientando a sus hijos, y no dejarle todo el trabajo a la escuela. “En situaciones difíciles es cuando el ser humano debe crecerse y afrontar con la mejor cara los embates de la vida. Si tenemos tantas herramientas, ¿por qué no usarlas?”, finaliza.
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