Caracas.- El Día de la madre, el del padre, el del niño y, claro está, el Día de los enamorados, son fechas rentables para el sector comercio. La pandemia y el bajo poder adquisitivo por los altos precios han forzado al venezolano a replantearse la forma en que se celebran estos días.
Este 14 de febrero, Día de los enamorados, fue atípico en Caracas. Influyó el hecho de caer un domingo en el calendario, unido a ser previo a lunes y martes de Carnaval y en flexibilización de la cuarentena por COVID-19.
Aunque por lo general flores y globos son los regalos preferidos, algunos dueños de floristerías comentaron a El Pitazo que las ventas no han sido muy amorosas para este año.
Jennifer Rodríguez es dueña de una floristería en La Candelaria y relata que decidió abrir este domingo por celebrarse el llamado día del amor.
En siete años que tiene con el local, no duda en afirmar que es “el peor Día de los enamorados” que han tenido. Al compararlo con el año pasado, dice que aunque aquel no fue bueno, no se compara para nada con las ventas de este año, que han sido “para el olvido”, explica Jennifer.
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Y la semana previa no fue mejor. Relata que el día que hubo un poco más de movimiento fue el sábado, pero insiste en decir que sigue muy por debajo de otros años.
“A esta hora, en otros años, yo no soltaba la tijera haciendo flores. Hoy, veme aquí parada en la puerta sin hacer nada”, se lamenta Jennifer, quien tiene un hijo y ese local es lo que les da de comer.
Jennifer y el señor Eduardo Mejías no se conocen, pero comparten muchas cosas. La venta de flores y las preocupaciones son algunas de ellas.
A kilómetros de distancia del local de Jennifer está el del señor Eduardo, un kiosko de flores en plena plaza La Candelaria que lleva 36 años abierto.
Jennifer y Eduardo reciben la misma respuesta de los clientes: “Gracias, es muy caro”. Incluso, Eduardo lamenta que debe escuchar cómo algunos le dicen que está robando y que es un abusador. “Me duele la lengua por mordérmela y no responderles”, dice.
En el local de Jennifer, lo más económico es una rosa por 1,5 dólares.
En el del señor Eduardo, “una rosa cuesta lo que cuesta una harina pan y la gente prefiere comprar la harina pan”, dice.
Este año no se vendió la cuarta parte de lo que vendió el señor Eduardo el año pasado, algo que le preocupa porque es un negocio familiar, sustento de siete personas.
Jennifer y Eduardo también comparten la preocupación ante el aumento de los impuestos en el municipio Libertador, Distrito Capital.
Comentan, al igual que otros encargados de locales del sector, que los impuestos pasaron de 80.000 bolívares a 7 millones en algunos casos, ya que están anclados al petro.
También señalan que los permisos eran anuales y ahora son mensuales, lo que implica una mayor carga económica para los comerciantes.
Ambos lamentan que la situación económica del país, más que la pandemia, esté afectando las tradiciones.
Jhoan Castro entró este domingo al local de Jennifer para comprarle unas flores a su novia. Cuenta que esperó hasta el último momento porque estaba trabajando. Después de preguntar por varias opciones, terminó saliendo con las manos vacías porque dice que no le alcanza.
“Prefiero llegar, darle un beso y decirle que la quiero. Es más barato”, manifiesta riéndose.
Raúl González llegó corriendo al kiosko de Eduardo en la plaza. Confiesa que tenía tiempo sin comprar flores por los altos precios, pero que decidió hacerlo en esta oportunidad porque él y su pareja han pasado momentos difíciles al perder a dos familiares cercanos por el COVID-19, así que quiso tener un detalle con su esposa.
Comprar un helado y sentarse en una plaza fue la mejor y más económica opción para muchos enamorados este 14 de febrero en pandemia y con hiperinflación.
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