Caracas.- Desde ya el mundo se prepara para la etapa post COVID-19. Hasta el momento, la pandemia ha dejado una economía paralizada, pero también ha permitido desarrollar ideas que sirvan para enfrentar esta crisis y los cambios que dejará. Es el caso de los emprendedores y de quienes desarrollan tecnologías que causan impacto positivo en la sociedad.
Cómo generar ingresos en una comunidad que se alimenta del contacto físico, fue la pregunta que se hizo Claudia Valladares cuando inició la cuarentena por coronavirus en Venezuela. Valladares dirige el Impact Hub en Caracas, una comunidad de emprendedores que promueve programas para conectar con otras realidades y generar huellas.
En el Impact Hub ofrecen programas de emprendimientos, servicios corporativos y comunicacionales; también alquilan sus espacios para eventos a profesionales independientes, emprendedores, inversionistas y creativos. Debido a la cuarentena decretada el pasado 13 de marzo por el gobierno de Nicolás Maduro, en esta comunidad se han reinventado: los programas presenciales los aplican on line, a pesar de las fallas de conectividad en Venezuela.
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Los emprendedores que participan en los programas on line del Impact Hub hacen lluvias de ideas, forman grupos y rayan pizarras para cumplir con sus tareas. Todo a través de herramientas que brinda la tecnología: Jamboard, Miro, Padlet, Design Thinking. De esta forma, señala Valladares, siguen brindando una experiencia especial, pero a través de una pantalla.
Previo a la cuarentena, estaban desarrollando un programa tecnológico presencial para jóvenes con edades comprendidas entre 14 y 18 años que consistía en diseñar aplicaciones móviles para resolver problemas en la comunidad. Ahora, lo siguen a través de mensajes y llamadas de Whatsapp, gracias a un plan de datos que el Impac Hub financió.
Reconoce Valladares que trabajar solo con internet en Venezuela es un reto porque las llamadas se caen con regularidad, no siempre pueden activar las cámaras porque la conectividad no lo permite.
Otro desafío que han ido resolviendo sobre la marcha es seguir generando ingresos sin abandonar a los emprendedores que se han quedado sin clientes y, en consecuencia, sin entrada económica. En primer lugar, plantearon la posibilidad de que los emprendedores vendiesen sus productos con servicio de delivery o venta a futuro; pero también, como el Impact Hub se beneficia económicamente de los alquileres de sus espacios, ofrecieron planes para que los miembros de la comunidad continúen pagando a cambio de que cuando se pueda trabajar físicamente reciban el doble de horas que cancelaban.
“Tenemos que adaptarnos a intercambiar nuestras ideas de otras maneras, pero siguiendo con la misma base. Cuando superemos esta etapa, seguramente continuaremos con nuestras actividades de forma presencial y on line”, precisa Valladares.
A principios de abril, Impact Hub, que tiene presencia en más de 60 países del mundo, hizo un hackathon en Latinoamérica con el objetivo de desarrollar ideas para enfrentar el COVID-19. Claudia confirmó a El Pitazo que hasta ahora han recibido 213 iniciativas y la idea es acompañarlas para traducirlas en realidad.
El 15 de abril, la directora del Impact Hub Madrid, Nathalie Alvaray, escribió un artículo de opinión para el portal Runrunes en el que planteaba que luego de la pandemia el espacio digital que se ha adecuado para el trabajo será lo común. Sin embargo, esto traerá algunos retos para las organizaciones: acabar con la cultura del presentismo, promover nuevos liderazgos y flujos de comunicación, evaluar productividad y producción, reducir las sedes laborales y privilegiar el teletrabajo programado, así como redefinir los esquemas de remuneración.
El futuro será el teletrabajo, asegura Daniel Knobelsdorf, quien se dedica a las tecnologías exponenciales que generan impacto positivo para el planeta, la comunidad y la empresa. Él es miembro de la red OpenExO, un ecosistema de transformación global que ayuda a organizaciones a encontrar soluciones. Junto a ellos, Knobelsdorf hizo un piloto sobre el teletrabajo para la compañía BMW.
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Aunque el impulso no fue la pandemia, esta situación aceleró un poco la implementación del teletrabajo. Para conocer qué pensaba la gente sobre esta modalidad, encuestaron a 54 personas, cuyos lugares de residencia son Canadá, Estados Unidos, Alemania, México y España.
Casi el 90% respondió que disfrutaba en gran medida el trabajo a distancia porque se sienten productivos, y la mitad respondió que estarían dispuestos a cumplir sus labores de esta forma después de la pandemia. Entre los beneficios destacaron que se sienten que tienen el control de sus vidas, que pueden pasar más tiempo con su familia y huir del tránsito.
De esas 54 personas, 38 aseguraron que no necesitan una oficina para trabajar, mientras que al 40% le parece positivo el teletrabajo.
Knobelsdorf tiene una explicación para argumentar que el futuro será el teletrabajo: se está haciendo un esfuerzo en la convergencia de la tecnología, pronto viene el 5G y se están lanzando constelaciones de satélites.
Sin embargo, el también comunicador social hace énfasis en que se necesita infraestructura y políticas públicas que permitan la conectividad, sobre todo la local, para que las personas puedan trabajar de forma remota, mientras viajan o cumplen otros compromisos.
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