La Guaira. Este año, el repique de los tambores no acompañó a San Juan a su salida de la iglesia San Francisco de Asís de Naiguatá y Nuestra Señora de Coromoto en Caraballeda.
Los tambores más famosos del litoral central venezolano, ubicados al este del estado Vargas, fueron silenciados este 24 de junio por órdenes de las autoridades regionales, quienes indicaron que de esa manera se daba cumplimiento a la llamada radicalización de la cuarentena, anunciada esta semana por el gobierno de Nicolás Maduro.
A consecuencia de las críticas recibidas por los videos virales de los repiques de tambores en víspera de San Juan en Naiguatá, el martes 23 de junio, el gobernador de Vargas, Jorge García Carneiro, ordenó suspender los toques de tambor. La orden exoneraba a la parroquia Caruao.
“La idea es que cada cofradía celebre su misa, hagan un acto breve y luego el santo regrese a su casa. Hay que evitar contagios de coronavirus. Y si se va a asistir a estas jornadas, se haga cumpliendo las medidas para evitar el contagio: uso de guantes, tapabocas y distanciamiento social”, explicó vía telefónica el Procurador de Vargas, Pedro Rodríguez, este miércoles 24 de junio.
Y así como lo indicó Rodríguez, ocurrió en Caraballeda. Los tambores no llegaron y ante la salida del santo las mujeres sanjuaneras ataviadas con sus blusas blancas y rojas y sus faldas coloridas, comenzaron a bailar al santo, al grito de “ay como loco, como loco” y de la percusión de maracas para otorgar musicalidad a la ocasión.
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En Caraballeda la procesión devolvió a San Juan a su casa y a las afueras grupos de 15 y 20 personas se reunían en torno a los sanjuaneros, para darle un poco de música a la jornada.
“Es que esto es imposible. Impedir que uno cumpla su tradición. Las autoridades no tienen moral. O es que esta semana si hay posibilidad de contagio de coronavirus y la semana que viene no. Mandan a la policía, a los guardias a los de la Faes, para que no se baile tambor, pero no cuando uno pide apoyo en cosas más importantes”, señaló Jairo García, vecino de Caraballeda y devoto de San Juan.
En Naiguatá los tambores también se guardaron. “Nos amenazaron con meter presos a quienes salieran con los tambores. El gobernador está muy molesto. Hicimos la misa a puerta cerrada y la gente espero afuera. De allí íbamos a llevar al San Juan a su casa. Pero a pesar de las amenazas la gente no se aguantó y empezó el repique. Fue por menos tiempo, pero no dejamos de tocar”, contó un sanjuanero naiguatareño, que no quiso ser identificado.
En otras zonas como Tarmas (Carayaca), Puente de Jesús, Llano Adentro y Pueblo Nuevo (La Guaira), Montesano (Carlos Soublette) y Prolongación Soublette y Mirabal (Catia La Mar) también repicaron los tambores y hubo bailes menores. Las zonas se mantuvieron custodiadas por funcionarios policiales y militares.
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