Apenas siete personas sentadas se veían en cola en la entrada de la Unidad Educativa Rafael Napoleón Baute, en la Zona 2 de José Félix Ribas, en Petare, este 6 de diciembre a las 6:00 am. El centro de votación más grande de Petare, con casi 10 mil electores, lucía oscuro y los pocos votantes eran acompañados solamente por algunos testigos que aún no podían entrar a la escuela.
Todos esperaban sentados en muros o aceras, con sus tapabocas puestos y con gestos que dejaban ver el sueño que los acompañaba. Este domingo, 6 de diciembre, ni la diana ni los cohetes despertaron a los votantes del este de la Gran Caracas, donde aún a las 9:00 am todavía había centros sin abrir o escuelas de miles de electores con solo 20 votantes en lista.
A las 4:00 am en los principales barrios de Petare sonaban disparos, cohetes, la popular canción del toque de diana y hasta reguetón. Pero la bulla no fue suficiente. La acostumbrada concurrencia de procesos electorales anteriores no se observó esta mañana en la que se vota por los nuevos diputados a la Asamblea Nacional.
Josefina Duarte, vecina del 24 de Julio, en Petare, llegó a su centro de votación a las 4:00 am. Le dio tiempo de notar el retraso en la llegada de los miembros de mesa. En la escuela en la que le corresponde votar, Consuelo Navas Tovar, había personas ebrias con botellas de anís en la mano y adultos mayores que hablaban entre sí.
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Josefina logró salir del centro a las 7:05 am, sin su dedo manchado con la acostumbrada tinta indeleble, pero feliz de haber votado. “Yo tengo 34 días sin agua y aun así estoy aquí, haciendo lo que tengo que hacer”, dijo mientras se devolvía a casa.
Las colas en las que abundaban los adultos mayores contrastaban con las fiestas que entre centro y centro se podían encontrar en barrios como La Planada, de Petare, donde los chamos bailaban salsa a todo volumen y obstruían el paso a escasos kilómetros del colegio Fe y Alegría, que sirve de centro electoral en esa comunidad.
“Pasamos una noche difícil con fiestas y desastre, pero la policía intentó quitar la fiesta y solo logró hacer un acuerdo para que bajaran un poco el volumen”, contó Luis Sulbarán, coordinador de un centro de votación en La Planada.
En este centro, como en la mayoría de los del este de Caracas, las pequeñas colas que había se debían al retraso en la apertura de las mesas de votación. Esas colas eran conformadas por adultos mayores, gente que dice aún creer en el voto y que se presentó ante las máquinas de votación con la esperanza de que la decisión tomada hoy por los venezolanos ayude a reconstruir el país.
Pero otros tenían razones más allá de las del deber ciudadano. “Honestamente tengo pensión y yo no quiero que me la quiten porque eso es lo que me alcanza para comprar seis huevos y una azúcar”, explicó el señor Williams Otero, vecino de El Hatillo, desde las afueras del Polideportivo La Boyera, el centro más grande de ese municipio, con 5.846 votantes.
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