Caracas.- De acuerdo con un informe presentado por las ONG feministas en marzo de este año durante los eventos paralelos del 62º período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de ONU Mujeres, en Venezuela, por cada 100 hombres en pobreza extrema, hay 112 mujeres. Investigadoras venezolanas aseguran que esta situación empeora año tras año, principalmente, por dos razones: las políticas públicas en torno a la maternidad y los trabajos domésticos asignados a la población femenina.
En una conferencia organizada por el capítulo emergente en Venezuela de la Academics Stand Against Poverty (Asap), Rosa Paredes, socióloga y coordinadora de la Maestría de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de Venezuela (UCV), expuso que la conceptualización de la economía del cuidado comenzó a discutirse durante la década de los años 70, pero se visibilizó a finales del siglo pasado. “Esas labores (del hogar) empobrecen a las mujeres, porque impiden que tenga acceso a trabajos remunerados y a otras oportunidades profesionales”, dijo.
Paredes insistió en que estar a cargo del cuidado de las demás personas de la familia, de las tareas domésticas y ahora, desde que comenzó el confinamiento, de la atención constante de hijos e hijas y la supervisión de actividades escolares, aumenta la situación de vulnerabilidad de las madres y abuelas.
En agosto de este año, la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (Avesa) aplicó la encuesta Clasificación de Actividades de Uso del Tiempo para América Latina de la a Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) a las mujeres del municipio Sucre para conocer el impacto de los cuidados sobre la pobreza de las familias.
Paredes apuntó algunos resultados del estudio: las mujeres de entre 15 y 24 años son las que más horas dedican al trabajo doméstico con 16 horas diarias; mientras que quienes tienen entre 45 y 64 años dedican 5 horas. Además, una mujer con hijos o hijas invierte 13 horas en estas tareas y una que no tiene, 11.
En los hogares unipersonales se registró que solo se utiliza una hora y media, en promedio, al día. Las mujeres con trabajos formales trabajan en casa durante 10 horas y las que forman parte de la economía informal, 12 horas.
Violencia psicológica contra mujeres demuestra desigualdades de género en Venezuela
Un Estado que no garantiza la vida
La investigadora insistió en que las políticas públicas venezolanas solo fomentan la maternidad desde la sobrevivencia (a través de bonos y subsidios), pero no la inclusión de las mujeres al mercado laboral ni su desarrollo profesional. “Las tareas del hogar son un problema de toda la sociedad”, destacó.
Adicea Castillo, economista y directora de la Comisión de Estudios de Postgrado (Ceap) de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (Faces) de la UCV, coincidió y explicó que la emergencia humanitaria compleja afecta de manera diferente a las niñas, adolescentes y mujeres. “Del país han salido cinco millones de personas y las mujeres son la población más segregada”.
Detalló que los programas de subsidios creados por el Gobierno solo aumentan los niveles de pobreza. Según Castillo, las adolescentes embarazadas no tienen acceso a métodos anticonceptivos ni a educación sexual y en un país con una hiperinflación que se proyecta cerca de 2.000% para el cierre de este año y una caída constante del poder adquisitivo, los bonos empeoran la situación de las muchachas y no disminuye los embarazos ni garantizan la vida.
También manifestó que los hombres tomadores de decisiones deben cambiar la forma machista de pensar para poder transformar el sistema patriarcal. “Hay que dejar de pensar que el hogar es tarea de mujeres”.
Paredes afirmó que repensar las labores de cuidados para la formación de políticas públicas significa atender las desigualdades de género. Insistió en que los problemas que afectan a las mujeres deben ser resueltos simultáneamente a la crisis, no después. Las políticas públicas deben involucrar a las mujeres. “Se debe hablar con las mujeres, no sobre las mujeres”, sentenció la socióloga.