La Guaira.- Tres factores se unen para que las cuencas de Vargas sean hoy un riesgo: la falta de mantenimiento que las hace ser una selva y reservorio de plantas, rocas y basura; el repoblamiento de sus laderas y la destrucción o desgaste de las obras de minimización de riesgo, construidas tras 1999.
Tras 21 años, la sombra de unas nuevas lluvias extraordinarias, como las caídas en la zona central de Venezuela en diciembre de 1999, sigue presente en la mente de los varguenses. Es como una espada de Damocles que pende sobre la cabeza de muchos. Es por ello que a pesar del olvido exprofeso de las autoridades, investigadores y analistas no cesan en recordarlo para que la Tragedia de Vargas pueda ser vista como una experiencia fatídica que dejó un aprendizaje para las autoridades y para los propios ciudadanos.
“Lamentablemente, observamos que hay un comportamiento en las autoridades y en los propios ciudadanos de querer olvidar lo ocurrido en 1999 y obviar cualquier aprendizaje. Uno recorre las cuencas de Vargas y se da cuenta del nivel de vulnerabilidad existente. Nosotros nos hemos dedicado a la investigación y a hacer seguimiento y no podemos sino advertir que Vargas es hoy más vulnerable que en 1999”, afirma el presidente de la Fundación Venezolana para la Prevención, Investigación de Desastres (Fuvede), Gilberto León, quien junto a su equipo realizó inspecciones in situ en las cuencas de San Julián (Caraballeda), Piedra Azul (Maiquetía) y La Veguita (Macuto), los días previos a este 15 de diciembre.
“Las autoridades piensan que si no se nombra la Tragedia de Vargas es como si no hubiese ocurrido. Y no es así. Algo que hoy está más vivo que nunca, son los altísimos niveles de riesgo, de que se registre un evento similar o peor a lo ocurrido hace 21 años», asegura León.
LEE TAMBIÉN
ESTE #15DIC DE 2020 SE CUMPLEN AÑOS DESDE LA TRAGEDIA DE VARGAS
Entre los ejemplos que enarbola León están los casos de las comunidades aledañas al Río Piedra Azul y en las comunidades levantadas en las riberas del río San Julián, hacia la zona de Los Corales. «Esas personas corren riesgo. El cauce de los ríos está colmatado y si se presentan lluvias rutinarias puede bajar el sedimento y desbordarse peor que como ocurrió en la tragedia».
Para León, otro punto determinante que deja clara la vulnerabilidad de la entidad costera es que “hoy los organismos de seguridad cuentan con menos recursos humanos y mecánicos para hacer frente a una emergencia”.
Al igual que León, el docente universitario José Luis López, investigador del Instituto de Mecánica de Fluidos de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela (UCV), siente que la situación de las cuencas de Vargas empeora cada año ante una inacción incomprensible.
“Vargas cuenta con obras hidráulicas para el control de los aludes torrenciales y se instalaron sistemas de alerta temprana complementados con planes de contingencia, gracias a los aportes internacionales de instancias como la Unión Europea. El punto aquí es que en estos 21 años el mantenimiento de las presas, del sistema de alerta temprano y de la formación en las comunidades se ha dejado de lado”, explica López.
Para el académico, “los efectos potenciales del cambio climático, que van a aumentar la intensidad y frecuencia de eventos extremos y el deterioro y grado de sedimentación que presentan algunas de las obras de minimización de riesgo, nos hacen pensar que un nuevo desastre puede producirse en Vargas. Lo más lamentable es que a pesar de la experiencia vivida, los mismos habitantes y el Gobierno no se aboquen a exigir o a ejecutar acciones de mantenimiento y preparación ciudadana. A pesar de contar con las obras de minimización de riesgos, Vargas no está protegida si se presenta un nuevo deslave”.
Para este trabajo, El Pitazo solicitó información a la Comisión Nacional de Riesgos, dependiente del Ministerio de Interior y Justicia, para conocer sobre el mantenimiento del sistema de cuencas en Vargas, sin recibir respuesta.
Esta web usa cookies.