Caracas.- Abnegación, estudio y disciplina. Esos son tres de los valores primordiales que reúnen los bomberos venezolanos que este 20 de agosto celebran su día y lo hacen manteniendo activo su compromiso con la ciudadanía, pese a las profundas carencias que atraviesan en mayor o menor medida los cuerpos de rescate del país.
En la actualidad, estos grupos trabajan con sueldos que equivalen a los cinco dólares calculados a la tasa paralela o bajo la figura del voluntariado, subsistiendo guardias que por la pandemia se han extendido hasta 72 horas solo con donaciones de comerciantes y personas que aplauden su labor y tratan de apoyarlos.
En la Gran Caracas, cuerpos voluntarios como el de la Universidad Central de Venezuela o la Simón Bolívar y los que dependen del Ejecutivo como los Bomberos de Distrito Capital o los de Miranda se encuentran en las carencias para el trabajo que van desde la falta de uniformes y equipo especial de socorro, hasta sueldos deficientes y ningún tipo de beneficio.
Leonardo Acevedo, Segundo Comandante del cuerpo de Bomberos Voluntarios de la Universidad Central de Venezuela (UCV), describe bien la condición actual de quienes portan el uniforme azul al decir que “el único pago es la gratitud”.
En esta institución depende de una partida presupuestaria de la universidad que se quedó rezagada por la inflación y que ahora no cubre ni siquiera el gasto más mínimo. A los 105 efectivos voluntarios les toca esperar por donaciones que vienen de bomberos inactivos fuera del país que crearon un fondo para solventar las principales necesidades.
Acevedo lo detalla: “Nuestras prioridades son alimentación y el parque automotor que siempre es necesario mantenerlos a flote para poder seguir trabajando y atendiendo llamados… Antes de la pandemia dictábamos cursos y esos ingresos servían para cubrir algunos gastos, pero actualmente no podemos dictarlos por la situación de emergencia y eso nos ha complicado”.
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Los Bomberos UCV reciben donaciones de comerciantes y con eso se alimentan en las jornadas de trabajo. Hace cinco años que no reciben una dotación de uniformes y les toca remendar los viejos tras cada cobertura y pedir a compañeros inactivos que donen los suyos para los nuevos ingresos que no paran pese a la precariedad de la institución.
El equipo para atender emergencias también es escaso y el poco que queda está en mal estado, poniendo en riesgo a los efectivos que acuden al llamado de alguna emergencia. La situación no es distinta en cuerpos como el de Distrito Capital, donde un funcionario que prefirió omitir su nombre aseguró a El Pitazo que las dotaciones son escasas y no alcanzan para garantizar la protección de todos los rescatistas.
“Lo más grave son los sueldos que cobramos por arriesgar nuestras vidas. Sabemos que nada puede pagar una vida pero siempre esperamos tener mejores condiciones por una labor cuya única satisfacción termina siendo el agradecimiento de la gente a la que ayudas”, dijo el bombero Metropolitano.
Quienes pertenecen a este gremio terminan complementando sus extenuantes jornadas bomberiles con dos o tres trabajos más para poder sostener sus hogares, como es el caso de Acevedo, licenciado en química que además de bombero es docente universitario y asesor de una empresa privada.
“Creo que muchas personas están buscando una salida a este problema del país, una manera de ayudar y lo que motiva a la gente es ayudar, por eso seguimos siendo bomberos”, asegura Acevedo, quien destacó que fue durante la pandemia que recibieron el apoyo del Ministerio de Educación Superior con la reparación del alumbrado de la estación y de parte del parque automotor de la institución.
La vocación y deseo de servir une a este gremio. Bien lo explica el bombero metropolítano jubilado, Delio Martínez, quien desde el año 1975 sirvió a esta institución y ahora se encarga de formar a las nuevas generaciones, al decir que se trata de “una pasión por servir”
Para el profesor Martínez las carencias son obvias y aunque destaca que se trabaja en mejorarlas, cree que nada podría pagar las vidas de compañeros que se dedican a salvar a otros. “Esa mística nunca se apaga… Podremos apagar el infierno, pero esa llama de hacer el bien a la comunidad nunca se apaga”, puntualiza el bombero.
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