Una gran sorpresa se llevó MayLin Vivenes Montaner cuando escuchó, hace cuatro años, a su hijo Ítalo cantar por primera vez Clavelitos con amor, una ranchera dedicada a las madres. Se impresionó. «En ese momento noté que mi hijo cantaba. No lo sabía». Aquella escena ocurría en la plaza Los Libertadores de Colombia, donde el pequeño acompañaba a su madre mientras ella cantaba rancheras para tener ingresos y cubrir los gastos ya que, junto a esposo y el resto de su familia, comenzaba una nueva vida en el vecino país, a donde migraron desde Venezuela.
Cuatro años han transcurrido de aquel episodio, pero por esas vueltas afortunadas de la vida, el escenario cambió para Ítalo Vivenes. Ahora tiene 10 años y canta en el llamado diamante de la Voz Kids Colombia, una competencia de canto para niños. ¿Cómo fue ese salto? MayLin, su mamá, lo cuenta emocionada a El Pitazo vía telefónica desde el hermano país.
Ítalo y su familia son de Maturín, Monagas, en el oriente venezolano. Sin embargo, debido a la difícil situación económica del país, sus padres tomaron la decisión de migrar a Colombia en el año 2016. «La situación económica se tornaba cada vez más difícil. Gracias a Dios -recuerda Maylin- que mientras estuvimos en Venezuela no nos faltó nunca nada. Pero sí, a medida que pasaban los días era más complicado cubrir los gastos de la familia».
«Ítalo nació en Puerto Cabello, pero con él muy pequeñito nos fuimos a Maturín y allí establecimos nuestra familia. Cuando todo comenzó a tornarse difícil, tomamos entonces la decisión de venirnos a Colombia, a Duitama, en el departamento de Boyacá «, relata la madre del pequeño.
Esos primeros días en su nuevo país tocó adaptarse a trabajar en lo que saliera. MayLin y su esposo pasaban buena parte del día laborando. «Yo trabajaba en un restaurante. Pasaba 12 horas en el trabajo, pero me sentía desconectada de lo que me gustaba hacer: soy profesora de música y a eso me dedicaba en Venezuela. Además también me afectaba emocionalmente el hecho de pasar tantas horas alejada de mis hijos», relata.
Así pasaba el día en el restaurante, hasta que pudo más la pasión por la música. La venezolana pidió una guitarra prestada a un amigo y se fue a la plaza Libertadores. Ese espacio se convertiría en su escenario mientras su hijo Ítalo la observaba muy de cerca. «Él jugaba mientras yo cantaba. Eso me ayudó a tener ingresos mientras hacía algo que realmente me gustaba. Hasta que un día Ítalo me dijo: ‘Mamá, quiero cantar Clavelitos’. Sonreí y le dije que no. Me daba miedo que fueran a pensar que el niño estaba trabajando conmigo. Esperamos que no hubiera gente y él comenzó a cantar. Quedé sorprendida: realmente cantaba», recordó.
El pequeño Ítalo siguió siendo testigo de las presentaciones de su mamá en la plaza, pero MayLin, consciente del talento del pequeño, comenzó a enseñarle técnicas vocales, de respiración y canto. También recibió una beca para perfeccionar sus habilidades en la escuela Culturama.
Todo había cambiado para Ítalo. Ahora tenía un don que no podía ocultar. «La gente comenzó a comentarme sobre la Voz Kids y a pedirme que lo inscribiera. La verdad es que al principio no lo tomé en serio, pero luego fue tanta la insistencia que decidimos probar y postularlo. Más de mil niños audicionaron. ïtalo quedó entre los 117 seleccionados», dice Maylin.
Mientras su madre relataba a El Pitazo el camino que recorrieron para llegar a la Voz Kids, Ítalo juega emocionado con un regalo que le dieron: «Ya va, que anda todo emocionado jugando con un trompo que le regalaron», dice la mamá mientras al fondo se escucha el alboroto de unos niños. Segundos después contesta Ítalo el teléfono y continúa él la conversación. «Sí, señora», y en dos palabra se cuela un poco el acento colombiano al que su voz de niño se ha ido adaptando con los años. Confiesa además que sus canciones favoritas son las rancheras, aunque también le gusta Pasillaneando, un himno al Llano venezolano, canción escrita por José La Riva Contreras.
Para este talentoso niño venezolano estar en los escenarios de la Voz Kids Colombia es una experiencia emocionante que disfruta al máximo. En el programa no solo comparte con los demás competidores, sino que recibe entrenamientos de canto y dominio de escena y además tiene dinámicas de grupo con sus compañeros. Se está preparando para las fase de las batallas, y lejos de estar asustado, se muestra muy entusiasmado.
«Estoy emocionado. Soy muy feliz cuando canto. Siempre hay un poquito de nervios, pero tengo una oportunidad que no todos los niños tienen y me la estoy pasando muy bien», cuenta.
Dentro de la Voz Kids ha hecho amistad con otros niños venezolanos, Jackson Barreto de Barquisimeto y Santiago. Dentro del programa los niños no se ven como rivales, sino como amigos. Sienten que todo es un gran juego al que llegaron a divertirse y a realizar lo que más les gusta: cantar.
«De verdad, los niños se la llevan muy bien; todos en general. Para los niños es muy fácil hacer amigos. Ellos no tienen ningún tipo de ego. Siempre están compartiendo, jugando o cantando», contó la madre de Ítalo.
Mientras esperan que el escenario de la Voz Kids vuelva a iluminarse con la voz de Ítalo, el pequeño continúa recibiendo clases de canto. Tal parece que la música la lleva en la sangre, pues tiene la gran bendición de contar con una maestra particular y eso lo dejó muy claro cuando en las audiciones a ciegas le preguntaron «¿Quién te enseñó a cantar?». «Mi mamá», respondió.
Ese día, del otro lado del escenario estaban MayLin y su esposo empapados en lágrimas de alegría. “Por más locos que sean los sueños de tus hijos, apóyalos. No lo digo solo por mi experiencia de madre, sino también por mi experiencia como profesora de música, porque mientras ejercía en Venezuela fui testigo de cómo la música les cambiaba la vida a muchos niños”, contó ahora, más tranquila, MayLin, quien entendió la dimensión del sueño de Ítalo al verlo en el escenario y escuchar esa frase que no olvidan: “Bienvenidos a la Voz Kids, familia”.
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