El cantante mexicano Pablo Montero es el último artista que ha tenido problemas por cantarle al gobernante venezolano Nicolás Maduro. Antes que él, varias estrellas fueron criticadas por actuar para mandatarios que han sido calificados como autoritarios.
La polémica ocurrió después de que Montero le cantara a Maduro en su cumpleaños. La abogada del cantante, Mariana Gutiérrez, ofreció una entrevista al canal mexicano Imagen TV en la que reveló que algunas empresas cancelaron contratos con el mexicano luego de cantar en el cumpleaños de Nicolás Maduro.
«Ya empezaron las cancelaciones de los contratos y los eventos por este tema que fue a cantarle a Maduro a Venezuela. Como es un tema de política internacional ha habido ciertas consecuencias al respecto», admitió la abogada.
Aunque no especificó cuáles empresas decidieron cancelar sus contratos con Pablo Montero o cuántas lo han hecho, sí señaló que actualmente están conversando con la disquera para ver qué decisión tomar. «La disquera está viendo qué decisión van a tomar, porque obviamente hay consecuencias colaterales por los programas», explicó.
El Pitazo te recuerda otros personajes que se vieron envueltos en polémicas:
«Teodorín Obiang Nguema Mangue, vicepresidente de Guinea Ecuatorial, ha logrado llevar a Malabo a Julio Iglesias para cantar ante lo más granado del clan Momgomo, el que se reparte todos los cargos administrativos y políticos del país, uno de los grandes productores de petróleo y gas del África subsahariana», informaba el medio español El País en octubre de 2012.
Al igual que en el caso de Bieber y su concierto todavía programado en Arabia Saudí, organizaciones como Human Rights Watch enviaron cartas al cantante pidiéndole que suspendiera la actuación e informándole de la situación de los derechos humanos en Angola y las condiciones de vida de sus habitantes, que viven con un dólar al día (las entradas para el concierto costaban entre 80 y 750 euros). Iglesias, finalmente, cantó, en una localidad preferente. Durante una conversación con El País posterior a la controversia, Iglesias aclaró: «Yo no he ido como investigador, he ido como cantante, y lo he pasado de maravilla».
En 1983, Oscar D´León viajó a Cuba, haciendo realidad su sueño de juventud, se presentó en el Anfiteatro de Varadero y luego lo hizo en La Habana, en los escenarios de la Ciudad Deportiva, el teatro Karl Marx y el rodeo del Parque Lenin.
Si bien la gira representó una gran satisfacción personal para el intérprete, por otra parte le generó críticas de personas que interpretaron la gira como un apoyo al régimen cubano, sin importar que el mismo cantante hubiese manifestado con anterioridad su rechazo al gobierno de Fidel Castro y que su amor era por Cuba y por su música, a la que sentía que le debía toda su influencia. Incluso su amistad con Celia Cruz se vio afectada durante un tiempo.
Mariah Carey también saltaba de escenario en escenario. En el año 2008, Carey actúa en la fiesta de Nochevieja de Mutassim Gadafi, uno de los hijos de Muamar el Gadafi, en la isla caribeña de San Bartolomé.
Carey era una más en la larga lista de superestrellas que habían aceptado actuar para la familia del dictador libio desde en 2006, entre ellos Usher, Beyonce o Lionel Richie. Todos ellos pidieron perdón y en muchos casos donaron las enormes cantidades de dinero que se les pagó a causas benéficas. Mariah lo hizo en 2011.
«Fui muy inocente y desinformada», declaró en un comunicado en el que también se comprometió a donar el millón de dólares que se embolsó.
En julio de 2013 no fueron las canciones en sí, sino una rendición en la que la estrella del pop cantó el cumpleaños feliz al presidente de Turkmenistán, Gurbanguly Berdimuhamedow, que sigue actualmente en el poder.
Cuando López se enteró de que había deseado feliz cumpleaños a uno los líderes más represivos y autoritarios de Asia pidió disculpas: «Si hubiéramos sabido que había temas de derechos humanos involucrados, Jennifer no habría asistido a este concierto», aseguró a la agencia The Associated Press (AP) el equipo de la artista. Poco después, Human Rights Watch publicó una investigación en la que se demostraba que la artista había actuado, en los dos años anteriores, ante líderes de Chechenia, Uzbekistán y Bielorrusia.
Desde que el cantautor Cat Stevens abrazara la religión islámica y cambiara su nombre a Yusuf Islam, Estados Unidos no vio con buenos ojos que el artista volviera a entrar en Estados Unidos. La razón que alegaron las autoridades del país para llevar a cabo tal acción fue que conocían “supuestos vínculos del artista con terroristas”.
En 2014, es decir, 38 años después, tuvo permiso para volver a hacer una gira por el país. “He tardado bastante en volver por EE.UU., pero había tanta gente pidiéndomelo que sentí que era una obligación”, aseguró el músico en una entrevista con The Guardian.
Pero este no es el único caso de veto en el país. También existe el de la artista británica M.I.A., que no tiene reparos en mostrar su apoyo al pueblo tamil, los palestinos y otros pueblos oprimidos. Este activismo no acaba de encajar con los gustos de las autoridades estadounidenses, que en más de una ocasión han negado la entrada de M.I.A. al país.
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