¡Sorpresa! Con esta palabra el gaitero Neguito Borjas reacciona al conocer al joven chileno Emanuel Madrid, quien interpreta gaitas en Santiago de Chile. “Tiene buena voz. Pese a su acento muy marcado, logra cantarlas muy bien. Yo lo vi y me gustó como cantaba, hasta los compartí”, dice el músico cabimero en entrevista concedida, vía telefónica, a El Pitazo.
A Borjas le causa alegría el amor que Madrid, «el Chilecucho», expresa por la gaita. Para el gaitero venezolanos es la muestra de que la música no tiene fronteras y que se está haciendo el trabajo de sembrar la gaita para que florezca en todo el mundo. “Dejó de ser solo nuestra. Dejó de ser solo de los zulianos y de los venezolanos. A la gaita no la podemos encasillar. Nuestra mejor motivación es saber que este género florece en el mundo”, expresa Neguito Borjas.
Su tono de voz es siempre alegre. Al escucharlo es difícil no conectarse con la felicidad y las épocas festivas de Venezuela. Las navidades en familia y las tardes de compartir conversación y compañía. ¿Cómo no asociarlo con eso si durante años —asegura el cantante— su misión ha sido hacer música y utilizar su don para expresar emociones? Ahora considera que, al igual que sus colegas gaiteros, tiene un nuevo cometido: “Hacer el trabajo necesario para que la gaita esté en todos los rincones del planeta”.
Para él los videos que difunde el joven chileno a través de su cuenta en Instagram demuestran que ese ritmo y la música en general no tienen nacionalidad. Apuesta por que se deje de encasillar la gaita y se le permita levantar vuelo hacia otras latitudes, porque con ella lo hace la cultura venezolana.
“Eso debe ser así. La gaita dejó de ser solo zuliana para pertenecerle al mundo. Debemos sentirnos orgullosos porque es un movimiento musical con contenido lírico que toca el alma y el corazón. La música no tiene nacionalidad”, afirma convencido.
A juicio de Borjas, no solo los músicos y los compositores están llevando la semilla gaitera a los diferentes países del planeta, sino que también lo hace la diáspora venezolana. Explica que la misma cultura venezolana estimula a todo aquel que se ve obligado a emigrar del país a llevar consigo ese elemento que lo identifica: la gaita, género que forma parte de ese conjunto de identidad que lleva cada quien en su espíritu. Además, su ritmo es tan contagioso que pone a bailar a cualquiera.
La gaita es pegajosa incluso si no se «entiende» la letra. “Qué mejor ejemplo que la Gaita onomatopéyica. Es un juego de palabras y la gente la canta aquí y donde sea. Igual puede pasar con cualquier otra canción, porque es así. La música no tiene nacionalidad, fue creada por Dios para tocar almas”, explica el autor de Sin rencor.
Borjas comenta que así como el chileno Emanuel Madrid, «el Chilecucho”, se enamoró del género, también lo harán el argentino, el colombiano, el ecuatoriano e incluso el estadounidense. “Yo, al igual que otros colegas, estoy llevando la gaita por todos los rincones del mundo. La gaita se va a sembrar donde sea que llegue un venezolano. Así es que tenemos que irnos acostumbrando a esa maravillosa idea. Comenzarán a cantar nuestras gaitas motivados por los mismos venezolanos, porque a donde nosotros llegamos escuchamos gaitas, comemos hallacas y compartimos en familia”, afirma.
El famoso y talentoso zuliano también defiende la idea de que no hay que esperar diciembre y Navidad para escuchar gaitas. Ese ritmo lo acompaña a él los 365 días del año. ¿Será ese el secreto de su felicidad? «¡Claro!», responde Neguito Borjas elevando el tono. “¿Cuál es la época más alegre y más bonita del año? ¡La Navidad!, ¿cierto? Y si la escuchamos siempre, vamos a traer a nuestros corazones la alegría de estas fechas, porque pese a las dificultades, el contento y la fe deben llenarnos de fortaleza”, expresa.
Neguito Borjas, tiene cuatro años residenciado en los Estados Unidos. Al igual que otros connacionales a los que les tocó salir del país, asegura que siempre lleva un pedazo de Venezuela y de su amada tierra zuliana en el corazón. Él asegura que no pierde la fe de que este país retome la alegría que siempre tuvo.
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Por ahora, dice, su misión es promover la gaita. “Es nuestro común denominador. Debemos disfrutarla y cantarla todo el año. No la encasillemos”, solicita el artista, quien defiende la idea de que este ritmo comenzó a internacionalizarse. “¿Cómo sabes tú que ya está traspasando fronteras? Cuando ves a este joven chileno cantándola. Cuando estás en Estados Unidos y escuchas una gaita”, pregunta y responde a la vez.
La gaita no solo es un vehículo para transmitir alegría, sino también la vía para expresar quejas y denuncias. La jerga y La ley mordaza (implementada por los gobiernos chavistas) son dos de las creaciones que tienen el sello Neguito Borjas.
Aunque parezca que se ha silenciado, para Borjas el reclamo perdura y no pierde vigencia, pese al transcurrir del tiempo. “Si escuchas las gaitas escritas años atrás te darás cuenta de que esos reclamos siguen más vivos que nunca. Estas composiciones siguen siendo un medio para que la gente exprese su descontento. No es que falte quien escriba las letras, es que la autocensura impide que suenen en las radios venezolanas por temor, pero ellas sobreviven al tiempo. La gaita protesta nunca pierde vigencia”, dice completamente convencido.
Este gaitero está lejos de su país y eso le causa nostalgia; sin embargo, trabaja para alimentar el legado que construyó en Venezuela. Actualmente está ocupado en dos producciones: una llamada Neguito Borjas y otra bautizada con el nombre La bohemia a dos voces, que será el retorno de la música que marcó momentos inolvidables.
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En su cuenta de Instagram presenta el proyecto como una invitación a la alegría, al amor y al romanticismo. Aunque prefiere guardarse por ahora los detalles, adelanta que se apoyará mucho en las plataformas tecnológicas. “Que maravilloso es que por medio de la tecnología podamos llegar a miles de personas en todo el mundo”, expresa emocionado.
Neguito Borjas sigue abrazado a ese género musical que es su particular herencia. Sigue viviendo entre letras, ritmos e inspiración. Lejos del país en el que nació, considera que ahora su tarea es sembrar la gaita en cada rincón del mundo. Está convencido de que el don de la música es obra de Dios para alegrar el alma y los corazones de quienes la escuchan.
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