Desde la última entrevista que José Esparza concedió a El Pitazo han pasado seis meses. Pocas cosas han cambiado desde entonces, pero una de significativa importancia se completó: la conclusión de los ensayos de al menos tres prototipos de antiviral, con una eficacia comprobada de 95% en promedio. Por eso, en esta oportunidad el médico graduado en la Facultad de Medicina de la Universidad del Zulia en 1968, hace una revisión de los progresos en el desarrollo de las vacunas contra la enfermedad del coronavirus, que ya cumplió un año de propagación activa en el mundo.
Con la propiedad que lo caracteriza, el experto, quien es uno de los fundadores del Programa Global contra el Sida (GPA) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), destacó la importancia del hito que representa para la humanidad la obtención de antivirales en corto plazo, sobre todo en medio de una pandemia, como fue la declarada por la OMS el 11 de marzo de 2020. En un tiempo récord de ocho meses, el laboratorio estadounidense Moderna, así como las alianzas entre AstraZeneca, la Universidad de Oxford y Pfizer, junto a la alemana BioNTech, lograron prototipos que detienen el avance letal del virus.
Las fórmulas fueron probadas en más de 100.000 personas en todo el mundo, con efectos catalogados de benignos en apenas 1% de la muestra. Desde su aprobación en Europa y Estados Unidos se han convertido en una esperanza para una sociedad aún sometida a estrictos controles y cuarentenas. El hallazgo acabó, incluso, con el escepticismo del experto zuliano por la rápida y efectiva ejecución del adelanto médico, científico y epidemiológico.
José Esparza, doctor en virología y Biología Celular del Colegio de Medicina de Baylor en EE. UU.
En la conversación, emitida a través de los perfiles de Youtube y Facebook de El Pitazo, Esparza reconoció que fue una sorpresa un logro tan expedito, que desafió todos los pronósticos. Por media general, las vacunas tardan hasta una década en completar una fase de ensayos segura y eficaz. Esto ha propiciado un sinfín de versiones acerca de la fiabilidad del producto. Infertilidad, daños irreversibles en las funciones neurológicas o episodios convulsivos han sido atribuidos a las primeras dosis aplicadas, pero sin mayor sustento técnico.
Ante esto, el doctor en Virología y Biología Celular del Colegio de Medicina de Baylor, en Houston, Texas (Estados Unidos), enfatizó que sin importar el origen o ideología política de los países donde se realizaron las vacunas, todas están basadas en criterios clínicos similares y han obtenido resultados en el mismo rango de aceptación. Por ello, en función de lograr un control de la epidemia, instó a dejar de lado el aspecto político que ha rodeado a las investigaciones.
José Esparza, doctor en virología y Biología Celular del Colegio de Medicina de Baylor en EE. UU.
–No, evidentemente no. Lo que yo dije hace unos seis meses coincidía, de hecho, con la opinión de la mayor parte de los expertos, y nos basábamos en las experiencias previas en el desarrollo de otras vacunas. Acuérdate que la vacuna que más rápidamente se desarrolló fue contra las paperas, contra la parotiditis, y eso tomó cuatro años. Yo trabajé por muchos años en una vacuna contra el sida y todavía no tenemos una. De manera que la complejidad de los diversos virus es diferente y había información previa sobre los coronavirus que producen enfermedades benignas en niños, para quienes todavía no tenemos una vacuna.
José Esparza, doctor en virología y Biología Celular del Colegio de Medicina de Baylor en EE. UU.
Con toda esa información –continúa Esparza– se inició el desarrollo de una vacuna contra el SARS-COV-2. Diferentes plataformas se probaron y debo decirte que fue una sorpresa, no solamente para mí, sino para todos nosotros, el que los primeros resultados con esta vacuna demostraron una altísima efectividad todavía del 90% o 95%, que es semejante a la efectividad de una de las mejores vacunas que tenemos, como por ejemplo, la vacuna contra el sarampión.
–Una vacuna ideal tiene que cumplir varias características. La primera y principal es la seguridad. Una vacuna se la vamos a administrar a millones de personas sanas. No es como una medicina o una droga, que se administra a una persona enferma. Entonces, el balance de riesgo/beneficio es muy diferente. Con una vacuna el balance riesgo/beneficio tiene que ser totalmente en favor de beneficios; no puede haber una alta frecuencia de efectos secundarios. Una vacuna ideal es segura. Segundo, una vacuna ideal es altamente eficaz y eso parece ser en este caso. Aún no sabemos por cuánto tiempo se prolongará la eficacia. Una vacuna ideal también debe ser una que sea fácil de administrar. Por ejemplo, las vacunas que se pueden dar en una dosis son mucho mejores que las que necesitan dos, y todas las vacunas que se han aprobado hasta ahora necesitan dos dosis. De manera que una vacuna que se pueda conservar en la nevera tiene una gran ventaja. La definición de vacuna ideal es compleja.
José Esparza, doctor en virología y Biología Celular del Colegio de Medicina de Baylor en EE. UU.
–Ojalá me la hubiese podido poner. Yo vivo en el estado de Virginia, cerca de Washington DC, donde todavía no me toca, y yo tengo la disciplina de esperar que toque el turno. En los Estados Unidos, el grupo de prioridad 1A no me incluye a mí; yo estoy en el grupo 1B y todavía no comienzan a vacunarlo. Tampoco es que en los Estados Unidos tenemos la posibilidad de escoger esta o aquella vacuna. De hecho, las dos únicas que se están administrando en Estados Unidos son las de Moderna y la de Pfizer-BioNTech, y esas son muy semejantes porque fueron desarrolladas utilizando la misma plataforma del ARN mensajero. La gran diferencia es que una se puede guardar a -20 °C y la otra requiere -80 °C. La que me va a tocar a mí no sé cuál será, pero la diferencia entre una y otra es muy menor.
El asunto de los efectos secundarios es muy importante, por eso yo lo mencioné como la primera condición para que una vacuna sea aceptable. Cuando se hace la prueba de fase 3, y en este caso incluyeron entre 30.000 y 40.000 voluntarios, la mitad recibió la vacuna y la otra mitad recibió un placebo, una solución salina, y eso se hace con el objeto de no tener sesgo en el análisis de los resultados. Uno de ellos se mide en efectos secundarios, que pueden ser benignos, en el lugar de la vacunación: enrojecimiento, dolor, inflamación…, o más sistémicos, como son fiebre o malestar general. Como dice uno de mis colegas en Florida, esos efectos secundarios son mucho más tolerables, digamos, que el efecto de enfermarse de COVID-19 y terminar intubado en un hospital.
José Esparza, doctor en virología y Biología Celular del Colegio de Medicina de Baylor en EE. UU.
–Los mitos no son propios de la vacuna contra el COVID-19; son propios del COVID-19. Yo diría que en la sociedad moderna estamos también padeciendo una infodemia de informaciones falsas. Los únicos efectos secundarios comprobados con cualquiera de las vacunas contra COVID-19 se han presentado en el lugar de inyección, y estos son inflamación, dolor muscular y puede haber fiebre o malestar general por un par de días. Esos son los únicos efectos secundarios. Todo lo que uno lee en esos esos mensajes falsos según los cuales la vacuna puede transformar el material genético de la persona o pueden causar esterilidad, eso es totalmente falso. Y me preocupo porque es parte de una creencia de un grupo muy pequeño de personas que son antivacunas. Pero eso no pasa solamente con el COVID-19 y ya eso tiene su historia.
José Esparza, doctor en virología y Biología Celular del Colegio de Medicina de Baylor en EE. UU.
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