El politólogo sostiene que el nombramiento del nuevo CNE abre una posibilidad para que la oposición se reorganice y se conecte nuevamente con la sociedad venezolana para buscar garantías electorales. Destaca que la conjunción de los líderes que adversan al Gobierno pueden trabajar en la formación ciudadana para rescatar los derechos

Por: Kemberlyn Talero

El camino político que se abre con la designación de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) y la posterior convocatoria a comicios regionales y municipales es apenas el inicio de una serie de luchas que debe llevar adelante la oposición para lograr una transición democrática, que pase por la restitución del Estado de Derecho y finalice con la celebración de elecciones libres y competitivas. Así lo plantea el politólogo John Magdaleno, quien en entrevista con El Pitazo aseveró que no es realista pensar que en el corto plazo habrá en el país elecciones libres y competitivas.

Magdaleno es magíster en Ciencias Políticas, especialista en análisis de datos, profesor universitario y director de la consultora Polity. El experto sostiene que en Venezuela se mantiene un régimen autoritario hegemónico en el que se violan una serie de garantías constitucionales entre libertades civiles, derechos políticos, económicos, sociales y humanos, frente a los que se debe levantar presión externa y sobre todo interna.

Para el politólogo, la designación de un nuevo CNE es un primer paso significativo, aunque todavía insuficiente para lo que requiere el país, pues asegura que la restitución de garantías no es un proceso sencillo. Además, comparte una visión que cataloga “realista” del nuevo ente comicial. Magdaleno no espera que este CNE devuelva todas las garantías y, en ese sentido, considera necesario dimensionar las expectativas.


Ese CNE no va a estar en capacidad de restituir todas las garantías que se han violado sistemáticamente por años

John Magdaleno, politólogo

“La contribución que puede prestar ese CNE al país, a sabiendas que es de mayoría oficialista, es que se produzcan algunas mejoras y algunas garantías”, sentenció.

El especialista hace referencia a un tipo de elecciones a las que denomina “no competitivas”, ya que carecen de una serie de garantías electorales con el fin de otorgar ventajas a un sector político. Explica que en el país hay demasiados mitos en torno a la transición a la democracia y las acciones estratégicas para combatir a un régimen autoritario, y uno de ellos es que una elección no competitiva no sirve para combatirlo.

–¿Las garantías que pudiera devolver el nuevo CNE son suficientes para rescatar la confianza en el voto?

–Pudieran ayudar pero no son la única variable que permite rescatar la confianza en el voto. Hay algunas tareas que dependen de la oposición, entre ellas la decisión de participar o no. Si es una decisión coordinada por los actores políticos y sociales podría influir en recuperar el voto como un instrumento para dar la pelea.

–¿Se puede afirmar que las próximas elecciones no serán competitivas?

–Salvo que mejoren de forma significativa una serie de garantías, sí. Desde 2017 presenciamos elecciones no competitivas. Es decir, elecciones en las que se suprime la participación de algunos sectores de oposición y partidos políticos; en las que el exilio y la inhabilitación política impiden que algunos líderes se postulen como candidatos a cargos de representación popular; en las cuales no solo hay asimetría favorable al Estado y a los candidatos oficiales en la medida en que acumulan recursos estatales de poder que utilizan en la campaña, sino que además imponen crecientes obstáculos para la oposición. Es decir, las dificultades que impone el régimen autoritario son severas. Tendría que producirse una serie de restituciones de garantías para que al menos la elección sea semicompetitiva.

–Entonces, ¿qué esperar de estos comicios?

–El problema es entender para qué sirve una elección no competitiva. Obviamente unas elecciones regionales y municipales no resuelven el problema, pero sí permiten prepararse para las siguientes rondas del conflicto político. Me parece sumamente claro que no vamos a tener en el corto plazo una elección libre y competitiva porque esa es la resultante de un largo y complejo proceso de luchas sociales y políticas (…) eso no es factible en un autoritarismo hegemónico, si fuera factible ya las hubiéramos tenido. Lo que hay que procurar es un creciente esfuerzo organizativo, de movilización e incluso formación ciudadana para comprender que hay que lograr conquistas de esas garantías. Sin eso no puede haber siquiera una elección semicompetitiva, que ya significaría una mejora relativa respecto a lo que hemos tenido.


La principal necesidad de la oposición en este momento es fortalecerse organizativamente para la siguientes rondas del conflicto político

John Magdaleno, politólogo

–¿Es necesario que el liderazgo opositor se una para movilizar a las masas en función de ese objetivo?

–Sin duda, pero no hablamos solo de masas. Una condición para que se puedan usar las elecciones no competitivas para fortalecer las capacidades de la oposición y articular sectores sociales es la coordinación estratégica entre los actores. Tiene que haber una estrategia común o por lo menos un marco común en los principales factores políticos y sociales. No basta solo con los partidos de oposición. En virtud del debilitamiento que tienen como resultado de la lucha que han dado, muchos de los dirigentes están exiliados, otros incluso fuera de la actividad política, algunos solo tienen presencia por las redes sociales y otros medios de comunicación. Precisamente por el debilitamiento de los partidos de oposición se requiere una alianza madura entre ellos y sectores de la sociedad civil.

La principal necesidad de la oposición en este momento es fortalecerse organizativamente para las siguientes rondas del conflicto político, porque no haber participado durante tres años y medio le ha hecho perder capacidades organizativas, conexión popular, y capacidad de representación política. Ha perdido fortaleza institucional y social. Valdría la pena pasearse por la opción de utilizar estas elecciones para mejorar esas capacidades organizativas y reconectarse con la sociedad.

–¿En qué medida tendría que movilizar la oposición?

–La principal fuente de poder de la oposición es la gente, no factores externos, ni recursos económicos financieros porque disponen de pocos. La oposición dispone del malestar de la gente. La oposición se termina de convertir en una mayoría social perdurable en 2014 y en 2015 se convierte en mayoría político-electoral tras la elección parlamentaria. Desde esa fecha hasta hoy la oposición como expresión social es mayoría, y debe ser organizada, articulada y coordinada entre sí, formar a la gente y a los activistas. Ya no son masas, estamos hablando de ciudadanos que intentan restituir sus derechos.

–¿Hay liderazgo para canalizar a esa mayoría?

–Personalmente pienso que sí lo hay. Algunos serán parte de los líderes históricos de la oposición pero pueden emerger nuevos liderazgos. Hay una gran frustración con algunas de las principales figuras de la oposición porque no nos hemos aproximado a la transición democrática, así que en efecto hay espacio para que una parte del liderazgo actual pueda coexistir con liderazgos emergentes, eso va a terminar ocurriendo.


Las elecciones no competitivas han sido utilizadas en al menos 41 casos de transiciones a la democracia

John Magdaleno, politólogo

–¿Cómo se canaliza?

–Es crucial comprender que esa energía solo se puede canalizar por medio de dos vías: la protesta no violenta y masiva y las elecciones, no hay otra opción. Esperar que actores internacionales resuelvan el problema venezolano es una quimera, ellos no están en capacidad ni tienen disposición de resolverlo. Esperar un eventual golpe de Estado es una estrategia que colocaría en manos de las Fuerzas Armadas esa posibilidad. La variable sobre la que se podría intervenir es el malestar de la gente, organizando y articulando a diversos sectores sociales y coordinándose entre sí. Esa es la razón por la cual las elecciones tienen sentido, sobre todo si va acompañada de la protesta no violenta y masiva, es decir, de cientos de miles de personas. Son dos vías que tienen que ser utilizadas de forma simultánea.

De hecho, de cara a una elección que se sabe que no es competitiva y en la que se corre el riesgo de que en algunos lugares donde la oposición tenga alta probabilidad de triunfo se roben el resultado o algunas irregularidades intenten impedir que la oposición se haga con la victoria, la manifestación masiva es la herramienta que se utiliza para disuadir al régimen de no hacerlo.

Eso es lo que no se ha entendido en Venezuela. Se ha ido a elecciones básicamente esperando que el régimen autoritario reconozca el resultado donde gane la oposición, y si no se imponen costos él va a seguir violando garantías.

–En este contexto, ¿en qué contribuyen las sanciones internacionales?

–Las sanciones internacionales han contribuido a elevar la presión, pero el problema es que no son suficientes en ausencia de una fuente de presión interna. El primer problema es que en Venezuela se hizo que la estrategia descansara en los factores internacionales y se descuidó el frente doméstico. Las sanciones pueden contribuir en la medida en que someten al régimen autoritario a dificultades, presiones, amenazas y problemas; hay un serio problema con los recursos económico-financieros del Estado, en parte gracias a las sanciones. El segundo problema es que unas sanciones internacionales que perduran en el tiempo en una situación en la que 94% de la población es pobre, evidentemente imponen restricciones para que esa población descontenta se pueda organizar. Las sanciones hay que utilizarlas para algo, procuran un cambio de conducta en un régimen de este tipo, tienen que ser un instrumento que se canjea por la restitución de garantías, porque eso es lo que hace falta para robustecer a la oposición ante un régimen de esta naturaleza.


Esperar que actores internacionales resuelvan el problema venezolano es una quimera, ellos no están en capacidad ni tienen disposición de resolverlo

John Magdaleno, politólogo

–¿Guaidó podría negociar las sanciones a cambio de garantías?

–Lo que pasa es que hay una pata coja en esa mesa: la fuente de presión interna. La elección de este año puede ser una oportunidad para intentar resolver ese problema. Unas negociaciones que arranquen solo apoyadas en una fuente de presión externa puede que sean insuficientes, puede producirse una distensión política sin que eso conduzca a una redemocratización. Hace falta trabajar en el frente doméstico, en la medida en que no se trabaje ese frente las expectativas que podrían tenerse frente a las negociaciones son limitadas.

El gobierno está ofreciendo concesiones de garantías que ha violado porque tiene crecientes limitaciones para tomar decisiones en el contexto de las sanciones, pero ningún sector del gobierno se está planteando seriamente retirar el respaldo a Maduro para favorecer la transición a la democracia. Es decir, tienen que agregarse más elementos de presión así como incentivos para factores de la coalición dominante de manera que rompan con los compromisos previamente adquiridos. Es una combinación de presiones e incentivos lo que puede ayudar a que algunos sectores de poder que forman parte de la coalición dominante decidan retirar su respaldo.

–¿Qué tipo de incentivos tiene que ofrecer la oposición?

–Incentivos institucionales y sobrevivencia política para sectores del chavismo. Si no se piensa en eso no habrá una fractura de la coalición dominante porque las presiones y amenazas no son suficientes. El punto de fondo es protestar por la restitución de garantías. Esto podría ser el reinicio de un proceso de movilización social y lucha por la conquista de garantías, y pensar que antes de que eso se dé se van a restituir todas las garantías y vamos a tener elecciones libres y competitivas es una fantasía.


Obviamente unas elecciones regionales y municipales no resuelven el problema, pero sí permiten prepararse para las siguientes rondas del conflicto político

John Magdaleno, politólogo