El periodista de investigación colombiano avizora que el panorama de Saab frente a la justicia no es favorable. Cree que existe más posibilidad de que el empresario colombiano, acusado de lavado de dinero en Estados Unidos tras concretar negocios en Venezuela, se declare culpable y colabore con las autoridades. Indica que Estados Unidos le interesa la información que tiene Saab sobre las relaciones de Maduro con Rusia y Turquía
Entrevista: César Batiz | Redacción: Armando Altuve
Hay dos curiosidades en torno al último libro publicado por el periodista colombiano Gerardo Reyes. La primera es que existe una versión corta de su texto, que él cataloga de “pirata” y que circula paralelamente con el original; y la segunda es que no estuvo en Venezuela para tejer la historia del principal protagonista.
El reconocido periodista de investigación perfiló en 260 páginas a uno de los hombres más controvertidos de los últimos tiempos. Se trata del empresario colombiano Alex Saab, actualmente detenido en Estados Unidos y acusado de ser el presunto testaferro de Nicolás Maduro.
Con el apoyo de fuentes adecuadas, Reyes plasmó el devenir de Saab, un empresario que, desde joven, invirtió su tiempo para sacar adelante una fábrica textil y que, con el tiempo, se convirtió en un multimillonario al acercarse al gobierno chavista, apoyado principalmente por la exsenadora colombiana Piedad Córdoba, conocida por su fraternal relación con el presidente fallecido Hugo Chávez.
Piedad Córdoba fue la madrina política de Alex Saab en Venezuela para recuperar 30 millones de dólares que había invertido en exportaciones, en su mayoría ficticias, según el Gobierno de Estados Unidos
Gerardo Reyes, periodista colombiano
Tras ser extraditado desde Cabo Verde, Saab está cerca de enfrentar un juicio al ser acusado de lavado de activos luego de hacer negocios con la administración de Nicolás Maduro. Su caso dio un giro recientemente cuando se supo que en 2018 colaboró como informante clave de la DEA (Administración de Control de Drogas).
En conversación con César Batiz, director de El Pitazo, Reyes, quien es coordinador de la Unidad de Investigación del canal Univisión, señaló que Saab, tras esta revelación, no tiene el camino fácil ante la justicia norteamericana. Avizora que el empresario tendrá que declararse culpable y cooperar con las autoridades del país. Confesó además que Saab, incluso, maneja la posibilidad de ser intercambiado por los ejecutivos norteamericanos de la petrolera Citgo, filial de Pdvsa, que están encarcelados en Venezuela por corrupción desde el año 2020.
En su libro Alex Saab: la verdad sobre el empresario que se hizo multimillonario a la sombra de Nicolás Maduro, publicado en junio de 2021, Reyes, con fuentes cercanas al entorno de Saab, narra los primeros acercamientos del colombiano de origen libanés con el poder en Venezuela y cómo Maduro se amparó en él para solucionar los problemas que su gestión enfrentaba tras las sanciones de Estados Unidos.
—¿Por qué el interés en el empresario colombiano actualmente detenido en Estados Unidos?
—La idea de hacer este libro surgió luego de escribir un perfil de Alex Saab y su socio Álvaro Pulido, empresarios de muy bajo perfil que ya estaban escalando en el poder de Venezuela. Pulido era un narcotraficante que había cambiado su identidad y Saab enfrentó un problema en el pasado cuando le encontraron un cargamento en su fábrica textil en Barranquilla, que le hizo perder la visa (de EE. UU.), aunque nunca se le demostró vínculos con el narcotráfico. Ellos consideraron que los difamé y presentaron una demanda por medio de un abogado de Estados Unidos y empecé a prepararme para un eventual juicio contra Univisión y contra mí porque el perfil se publicó en el sitio de internet del canal de televisión. En ese momento, tuve un poco de suerte y conseguí personajes de cada episodio de la vida de Saab y Pulido. Cuando el abogado retiró la demanda por no tener argumentos, me di cuenta que tenía materia prima para un libro.
—¿Quién era Alex Saab antes de ser el multimillonario en el que se convirtió?
—Alex Saab es descendiente de un inmigrante de origen libanés, que llegó con poco dinero a empezar una nueva vida en Colombia, huyendo de la guerra en el Líbano, y se enamoró de ése país. Con el tiempo estableció una fábrica textil en la que trabajaban con todos sus hermanos. Saab se independizó y montó su propia fábrica. Era un hombre que a las 9 de la noche estaba en pijamas y que su única preocupación era tener fondos para pagar la nómina. Ese era el Alex Saab que buscó hacerse millonario rápidamente a través de exportaciones ficticias, invierte parte de su capital y, luego, fracasa. Lo perdió todo, incluso su carro BMW, y le tocó irse de Barranquilla, endeudado, y tratando de recuperar un dinero que había sido represado por el presidente Hugo Chávez en Venezuela.
—Narras escenas que ocurrieron en Venezuela en tu libro, como el primer encuentro entre Saab y Nicolás Maduro. ¿Estuviste en el país para recoger esa información y, si no lo lograste ingresar, cómo hiciste para tener los datos del personaje, su entorno y su relación con el chavismo?
—El periodismo no es solo cuestión de tiempo, sino también de suerte. De encontrar a las personas adecuadas en el momento adecuado; y pude encontrar fuentes que estuvieron presente en estos episodios y me dieron detalles particulares que le dan credibilidad al relato.
—En el libro la exsenadora Piedad Córdoba se presenta como desentendida de los hechos que la involucran con Saab. Sin embargo, las autoridades colombianas la están investigando. ¿Qué tan importante es la figura de Piedad Córdoba en esta trama?
—Piedad Córdoba fue la madrina política de Alex Saab en Venezuela para recuperar 30 millones de dólares que había invertido en exportaciones, en su mayoría ficticias, según el Gobierno de Estados Unidos. Ella le fue abriendo caminos para que llegara a la cima del poder, para que hablara con Maduro, y lograr que el dinero represado por una disputa de momento entre Hugo Chávez y Alvaro Uribe Vélez, lo recuperara. Pero no solo lo recuperó, sino que Saab fue tomando impulso a través de Piedad Córdoba y se fue metiendo en otros asuntos hasta convertirse en una especie de ministro de cartera plenipotenciario, que era buscado por el régimen para solucionar los problemas ocasionados por las sanciones económicas de Estados Unidos. Su posición, al principio, era que Saab era un simple conocido; pero con las pruebas que le mostré, aceptó incluso que pasó una noche en una mansión de Saab en París y que al día siguiente utilizó la tarjeta de crédito de su esposa para hacer compras.
—Mencionas también al asistente personal de Piedad Córdoba que para las autoridades colombianas es una de las figuras clave en la investigación. ¿Qué nos puedes contar de él?
—Andrés Vásquez era muy apegado a Córdoba. Curiosamente, cuando los entrevisté a ambos, Vásquez me dijo que ella era como una madre para él y ella dijo que él era un hijo para ella. Eso refleja la cercanía, y la credibilidad de ella hacia Vásquez, a quien envió a Caracas y lo hospedó en el Hotel Meliá Caracas, pagado por el Gobierno de Venezuela, para encargarse de las actividades de Piedad Córdoba en el país.
—¿Tareck El Aissami, actual ministro de Petróleo, es uno de los personajes clave para forjar la fortuna de Saab?
—Sí, yo creo que El Aissami es una de las compuertas por las que pasa Alex Saab después de haber recuperado ese dinero para luego ganar contratos en Venezuela. William Amaro, el asistente personal de Maduro cuando era canciller, aparece en escena porque a Saab lo atracan en Caracas, se preocupan por él y el Gobierno le asigna a este señor (Amaro), quien aprovecha esa amistad para también participar en esa intermediación entre empresarios colombianos que estaban angustiados porque el Gobierno colombiano no les quería pagar.
Creo que el aporte adicional que trae Saab a la justicia, si se entrega para colaborar, es dar información sobre las relaciones internacionales de Venezuela
Gerardo Reyes, periodista colombiano
—¿La relación de Saab y El Aissami deviene de sus orígenes árabes?
—A juzgar por ese primer encuentro, en el que empiezan hablando en español y luego terminan hablando en árabe. No sé si era un dialecto árabe, porque la personas que los oyó no lo determinó muy bien, pero ellos se llamaban “primos” por compartir un apellido sin ser familiares.
—Alex Saab, un hombre que vivía en un hotel cinco estrellas sin holgura con prácticamente la misma camisa y el mismo pantalón, se convirtió en millonario. ¿Cómo ocurrió esa transformación?
—Creo que en este aspecto coincidieron circunstancias históricas y coyunturales. El Gobierno de Venezuela necesitaba a alguien que le resolviera sus problemas y si se necesitaba leche se buscaba a Saab, si necesitaban divisas lo llamaban. El demuestra una audacia en los negocios que le gusta mucho a la primera dama (Cilia Flores), y que es la que le pone el ojo para que se le dé más confianza. En cada negocio que va haciendo con las viviendas, alimentos y oro, demuestra que para él no hay límites, y se va haciendo millonario con esa posición privilegiada, porque él no lo hace esto solo por la revolución.
—¿Qué tan relevante fue para Alex Saab estar en el círculo más íntimo de Nicolás Maduro y la primera dama Cilia Flores?
—Es que estando en ese círculo no hay que hacer licitaciones ni cotizaciones, todo se asigna a dedo. “Vamos a pedirle a Alex que nos ayude a llevar unos lingotes de oro a Turquía”, él presta sus aviones, y se arriesga a hacerlo. Si hay que hacer unos depósitos en un banco ruso venezolano, él está dispuesto a hacerlo. Él conoce las necesidades del Gobierno, se aprovecha de ese protagonismo y, al mismo tiempo, va cobrando su comisión en ese negocio.
Veo que esto se va acercar a la fecha de comienzo del juicio y, en el último momento, puede haber una decisión en la que Saab decide declararse culpable y colaborar con el Gobierno de Estados Unidos
Gerardo Reyes, periodista colombiano
—En el capítulo 16 del libro relatas algunos hechos que se revelaron la semana pasada en la Corte de Florida, muestras las conversaciones que hubo entre sus abogados y con agente de la DEA. ¿Cuál fue el contexto en el que ocurrieron esos diálogos?
—Un día Alex Saab recibe una carta de un informante que le dice que él está en el radar de DEA, que si está interesado en cooperar. Saab respondió que no y contactó a Abelardo de la Espriella, un abogado muy conocido en Colombia. Este abogado lo pone en contacto con otro colega en Estados Unidos, Rick Díaz, y se da cuenta que sí, que es una persona al menos de interés de la DEA. Alex Saab convence a sus abogados de que es inocente y ellos, envalentonados, se arriesgan a presentarlo ante los fiscales para que den su versión. Eso no salió bien porque Saab no contó toda la verdad y el fiscal se dio cuenta en una reunión a la que extrañamente no asistieron ni de la Espriella ni Díaz. El fiscal sale con la conclusión de que si no hay un cambio de actitud, él va presentar una acusación. En ese momento, Saab separa del caso al abogado norteamericano para que se encargue de la demanda en contra de Univisión y mi persona; y entra una exfiscal, María Domínguez, quien considera que el caso no es tan débil como pensaban los anteriores abogados y empiezan un proceso de convencimiento para que Saab se entregue a la justicia, pero esa entrega implicaba dinero y colaboración. Ese proceso empieza a partir de junio de 2018, desde ese momento hubo reuniones en Italia, Bahamas y el famoso encuentro en Bogotá, y ese proceso fracasa porque Alex Saab decide no entregarse, aparentemente por temor a las represalias contra su familia.
—Parece extraño que está información salga en esta etapa de juicio. ¿A quién le conviene que esta revelación apareciera ahora?
—Creo que esto fue una falla estratégica de la defensa. La defensa ha insistido en que Saab no fue prófugo después de que se presentó la acusación. Ellos dicen que no fue prófugo dado que el Gobierno de Venezuela lo había amenazado con un proceso de traición a la Patria si llegaba a colaborar con el Gobierno de Estados Unidos, considerando que él tenía información muy delicada, secretos de Estados. Insistieron tanto en ese argumento, que esto subió a una corte de apelaciones. Para que la corte pudiera determinar era un fugitivo o no, la fiscalía se vio forzada, incluso poniendo en riesgo a su familia, a presentar un documento en el que se deja constancia de que Saab negoció con la DEA, firmó un acuerdo de fuente confidencial en junio de 2018 y, en mayo del siguiente año, decidió no entregarse.
—Planteo lo siguiente para entender por qué la defensa a Alex Saab de parte del oficialismo, pese a la revelación que hiciste: los asistentes de Maduro no leyeron tu libro. Lo leyeron pero no lo quisieron creer. Lo creyeron, pero prefieren defenderlo hasta lograr su hipotética liberación, pese a la condición de soplón. ¿Qué opinas al respecto?
—Yo espero que no se hayan leído la versión pirateada de mi libro (risas). Es un enigma para mí, porque hay muchas contradicciones y señales un poco confusas. Por ejemplo, mientras que los abogados de Saab en Nueva York estaban hablando sobre la solidaridad del gobierno de Venezuela con Saab, su abogado en la corte en Miami estaba reconociendo que sí se llegaba a revelar que era un sapo, su familia corría peligro. Lo que viene del Gobierno de Venezuela es un contradictorio, poco coherente en lo que están diciendo o manejando. Por lo que veo la opción que han tomado es continuar con la solidaridad.
De lo que sí me he enterado es que hay gente del Gobierno de Venezuela que piensa, aunque no lo han dicho, que la inclusión en la lista de Ofac de la Primera Dama y otros funcionarios por corrupción, ocurrió luego de que Saab pactara con la DEA. Piensan que él colaboró para eso, aunque yo no tengo las pruebas. También, por supuesto, es posible que otra agencia de gobierno federal haya elaborado esta lista sin la ayuda de Saab; pero las sospechas van a poner en más peligro a la familia de Saab.
—¿Qué secretos tan valiosos tiene Saab como para que sí se cumple la tercera hipótesis lo defienda a pesar de su condición de soplón?
—Hay que decir primero que el gobierno de Estados Unidos tiene mucho tiempo consultando a testigos que pueden dar información sobre los vínculos de Venezuela con el narcotráfico, la corrupción. Pero creo que el aporte adicional que trae Saab a la justicia, si se entrega para colaborar, es dar información sobre las relaciones internacionales de Venezuela. Él estaba en un vínculo de poder en el que se podía enterar como era el manejo de las relaciones con Irán, el intercambio de petróleo, cuestiones militares, estrategias geopolíticas, que le interesan a Estados Unidos. Creo que allí está el interés porque, incluso, la CIA participa en estas reuniones. Saab, aparte de la corrupción, sabe cómo se manejan esas coordenadas geopolíticas o esas relaciones de Venezuela con Turquía y Rusia, que ahora adquieren mayor importancia.
—¿Existe alguna posibilidad de que el madurismo logre la libertad de Saab? ¿Juega un papel importante la figura de diplomático que se le asigna a Alex Saab en su posible liberación?
—No veo futuro a esos argumentos que ha presentado la fiscalía sobre la inmunidad diplomática de Saab, no parecen convincentes, no creo que la corte de apelaciones compre esos alegatos. Lo que me dicen es que Saab le apuesta a que puede ser intercambiado por los norteamericanos, los llamados los cinco de Citgo, que están presos en Venezuela. Él le apuesta a esto pensando en su familia y los peligros que puede correr. Ya no puede negar que fue un sapo, sino que estando arrestado, su propio abogado llevó el mensaje de que sí él llegaba a Estados Unidos estaría dispuesto a colaborar. Eso le va cerrando el cerco a Saab y va tener que negociar con el gobierno norteamericano.
—Eres abogado, por eso te pregunto: ¿Qué sigue en el caso de Alex Saab?
—En este momento están en una etapa que se conoce como discovery, en la que la fiscalía está obligada a entregar las pruebas, no solo las que comprometen al acusado, sino las que pueden significar un atenuante para su pena. Mi pronóstico es que el gobierno ha recaudado tantas pruebas, tiene tantos testigos de contexto y actividades en particulares de Saab, tiene el propio testimonio de Saab, autoincriminarse con los encuentros con la DEA, que veo difícil que el abogado le recomiende ir a juicio, porque la experiencia dice que pelear con el gobierno federal no es un buen negocio. La posibilidad de ser condenado es alta. Veo que esto se va acercar a la fecha de comienzo del juicio y, en el último momento, puede haber una decisión en la que Saab decide declararse culpable y colaborar con el Gobierno de Estados Unidos. Pero con Saab nunca se sabe.