El venezolano que ocupa el cargo de director científico de la Sociedad de Infectología del Distrito Federal de Brasil destaca que la variante P1 se gestó por falta de controles. Asegura que el coronavirus se hará más fuerte si la sociedad occidental no modifica sus patrones. Advierte que el mundo se dividirá entre los que se vacunen y los que no

Entrevista: César Batiz | Redacción: Jhon Pedraza Rodríguez

Mientras las grandes farmacéuticas del mundo trabajan para desarrollar vacunas contra el COVID-19, surge una nueva amenaza: la variante del virus que los científicos han denominado P1 y que fue bautizada como “la cepa brasileña”. Esta modificación del SARS-CoV-2 presenta un nuevo panorama respecto a esta pandemia que comenzó en Wuhan en diciembre de 2019, y que hoy mantiene al mundo en vilo.

Sobre este tema, el director de El Pitazo, César Batiz,entrevistó a José David Urbáez, médico infectólogo venezolano radicado en Brasil, donde ocupa el cargo de director científico de la Sociedad de Infectología del Distrito Federal del Estado de Brasil.

Urbáez, que también trabaja en el Hospital Regional Da Asa Norte, ubicado en Brasilia, sostiene que la variante P1 es más contagiosa y letal. Advierte que si los países de occidente no modifican sus patrones el COVID-19 se hará más fuerte. Es tajante al decir que el mundo se dividirá entre quienes se vacunaron y quienes no.

—¿Cuándo, dónde y cómo surgió esta variante P1 del COVID-19?

—Los estudios actuales dicen que probablemente surgió a partir de octubre y debo recordar que los casos que fueron inicialmente detectados no fueron con personas de Brasil, sino en unos turistas que pasaron por Manaos y detectados finalmente en Japón. ¿Por qué afirmo esto como algo importante? Porque eso depende de los sistemas de vigilancia genómica que son muy precarios aquí en Brasil, así como en muchos países del mundo. En Japón, que es el mejor dotado del mundo o el Reino Unido, tal vez se puede hacer esa detección más temprana de situaciones que tienen que ver con el virus. Pero yo siempre llamo la atención sobre lo siguiente: lo primero que pasó no fue que hubo el desarrollo de esa variante, lo que hubo fue la ausencia total de medidas suficientes, adecuadas e indicadas para bloquear la trasmisión del virus de forma contundente.

Cuando se omiten ese tipo de medidas, entonces se deja al virus con toda su libertad biológica para que él desarrolle todo el repertorio infinito de mutaciones. De manera tal que la circulación del virus en ese contexto llega al infinito, y así encontrará con toda seguridad un camino que le resulte ventajoso. Habitualmente ese camino se traduce en una mayor transmisibilidad, que a su vez significa cargas virales mucho mayores, lo cual va a hacer que nosotros podamos tener un tipo de transmisión amplificada y multiplicada con relación a lo que inicialmente se esperaba y tengamos cargas virales mayores, lo que puede relacionarse con cuadros clínicos más graves y en consecuencia más letales.


…nosotros (la sociedad) le dimos al coronavirus y le continuamos dando la oportunidad de que se haga más perfecto, una versión mejorada, con mayor capacidad de carga viral

José David Urbáez, médico infectólogo y director científico de la Sociedad de Infectología del Distrito Federal de Brasil

—¿Es responsable el gobierno de Brasil de la aparición de una variante como esta?

—En general, nosotros tenemos autoridades que no están sintonizadas con la ciencia, unas más, unas menos. Hay quien hace esfuerzos intensos y otros que no, pero todo reposa en que el Gobierno Federal generó un movimiento contra las medidas fundamentales y científicamente aprobadas para el control del virus. Básicamente hubo una ficción muy bien estructurada y una intención de propagación del virus. Si a esto se le suma que la situación pandémica es analizada por muchos de manera matemática, entonces no les importará ni sentirán ningún tipo de escrúpulo en que un millón de personas mueran en una población de 212 millones de habitantes. 

Esas políticas que se basan en visiones que nosotros llamamos “necropolítica”, no tienen la estructura humana con la que nosotros los médicos solemos tratar este tipo de situaciones.

—¿La variante P1 del COVID-19 es más contagiosa? ¿Es más letal?

—Sí, realmente lo es. El virus saltó de un elemento animal hacia el hombre. Eso ha pasado con mucha frecuencia en la historia de las enfermedades infecciosas, es el origen de casi todas ¿Y qué sucede? Pues que el virus tiene un proceso que va siendo muy moldeable por las personas que se infectan. Imagínense entonces una pandemia en la que mil millones de personas se contagian. Aun así el progreso del virus ha sido lento comparado con otros como el VIH o el virus de la hepatitis C, por ejemplo, que tienen una característica de multiplicación y de formación de mutaciones más intensa. Pero nosotros le dimos al coronavirus y le continuamos dando la oportunidad de que se haga más perfecto, una versión mejorada, con mayor capacidad de carga viral compartida con las personas que estaban en constante movilidad intercambiando sus cargas virales y desarrollando cuadros más graves y más letales.

—Entonces, ¿siempre vamos a estar detrás del virus? ¿Es decir, tras un virus, una vacuna, luego otro virus nuevo y así sucesivamente? ¿No va a parar en algún momento?

—No. Si usted ve a Vietnam, Taiwán, Nueva Zelandia, China, Hong Kong, el propio Japón, la respuesta es no. El mundo occidental es el que está haciendo parecer que el virus es como el conejito del canódromo que va adelante y los perros atrás. Es por la concepción que nosotros tenemos que hizo que la vida tenga otro valor, que se tiene que mantener la producción, que los aviones deben permanecer volando, que los paquetes turísticos deben estar en existencia, que las empresas deben estar funcionando, y todo ese mundo gigantesco es concebido en aglomeración: los centros comerciales, las escuelas, los aeropuertos, los gimnasios, etc. En fin, es siempre la sociedad de masas la que va a promover las pandemias, y los estudiosos llaman a eso una “sindemia”, porque no habría una pandemia si no existiese esa determinante funcional.

Por ejemplo, en Vietnam, que tiene 100 millones de habitantes, solo hubo 25 muertos; China tiene meses que no sabe lo que es una pandemia. Nueva Zelandia no llegó a 100 muertos y en ese país hay una vigilancia estricta que, por ejemplo, si usted no tiene la identificación de una persona que fue captada en dicho sistema de vigilancia y se perdió de ese perímetro, cierran la ciudad de inmediato, y la ventaja de eso es que ellos viven maravillosamente bien.

—¿Alguien que ya tuvo el coronavirus de la COVID-19 puede reinfectarse con la nueva variante del P1?

—Sí, sí puede reinfectarse, no sé si incluso con el mismo virus selvae (COVID-19), que es como nosotros lo llamamos, porque puede haber una fluctuación en el sistema inmunológico. Sin embargo, todo eso está en análisis, en estudios, porque un año es muy poco tiempo para conocer las diferentes facetas de un problema tan grave y tan complejo, realmente es un milagro todo lo que nosotros sabemos.


Es siempre la sociedad de masas la que va a promover las pandemias, y los estudiosos llaman a eso una ‘sindemia’, porque no habría una pandemia si no existiese esa determinante funcional

José David Urbáez, médico infectólogo y director científico de la Sociedad de Infectología del Distrito Federal de Brasil

—¿Las vacunas existentes aprobadas contra el COVID-19 y que se están aplicando, pueden parar a la variante P1?

—Todavía sí, aún tenemos un camino que puede ser benéfico en el uso de las vacunas, pero claro, si se deja por más tiempo ese proceso de multiplicación libre del virus, él seguirá adelante desarrollándose, pero no es él, somos nosotros, los seres humanos que se lo permitimos, sumado al poder que manda en nuestra sociedad.

—¿Qué opinas de las vacunas cubanas? ¿Son viables para vacunarse? 

—Cuba tiene un campo de biotecnología muy robusto, pero nosotros no tenemos publicaciones de sus estudios. Nosotros tenemos un método, una serie de requisitos, una serie de análisis, que son indispensables para decir que una vacuna es segura y funciona. 

De donde sea que venga una propuesta de vacuna, será bien recibida si pasa por todo ese proceso. Si los cubanos tienen esos procesos, que los publiquen, porque si no entran en el terreno de la duda, de la sospecha y la conspiración, y acaba no teniendo lo más importante que es la credibilidad.

—¿Entonces sugiere que las personas se apliquen cualquier vacuna que llegue al país? 

—Con toda seguridad pueden vacunarse con aquellas que hayan pasado una fase I, fase II, fase III. Un ejemplo de ellas es la Sputnik V. También está la Moderna, Coronavac. Tenemos un conjunto de vacunas que ya pasaron por un proceso refinado para garantizar eficacia y seguridad.

—¿Usted recomienda utilizar la vacuna AstraZeneca?

—Alemania ya la autorizó. La verdad es que el mundo nuestro está atravesado por luchas que traspasan el bien común. Hubo una lucha entre la Unión Europea y Reino Unido. Estuvieron peleando por cuestiones de capital y de prestigio. La AstraZeneca tuvo problemas de comunicación y diseño de sus trabajos. Pero hoy ya está muy claro que es una vacuna muy buena, que puede ser administrada. 

Cito a Alemania porque fue allí donde partió una alarma, de que era una vacuna con una eficacia muy baja en los grupos muy vulnerables que son los que están por encima de 65 años. Después se descubrió que ocurrió otra cosa que no tuvo que ver con la vacuna. 


Los estudios actuales dicen que probablemente (la cepa brasileña) surgió a partir de octubre y debo recordar que los casos que fueron inicialmente detectados no fueron con personas de Brasil, sino en unos turistas que pasaron por Manaos y detectados finalmente en Japón

José David Urbáez, médico infectólogo y director científico de la Sociedad de Infectología del Distrito Federal de Brasil

—¿Es recomendable vacunarse con más de una vacuna?

—Por ahora no. Si usted comienza con AstraZeneca, termine con ella. Teóricamente puede existir ese espacio en el que nosotros podamos utilizar vacunas diferentes. Hubo una intención de unir Sputnik V con la AstraZeneca porque son vacunas con vectores virales con adenovirus. Por ejemplo, la Sputnik V usa dos adenovirus, a diferencia de AstraZeneca que utiliza solo uno. Nosotros estamos con vacunas de primera generación. No tengan duda de que eso está en proceso de mejora intensa porque alrededor de 250 productos de vacunas están en una competencia enorme de desarrollo. 

— Aquellos que ya les dio coronavirus, ¿se pueden vacunar?

—Deben vacunarse. Aquí en Brasil, nosotros colocamos un límite de 30 días después de haber superado la enfermedad porque debemos tener la limpieza de los procesos inflamatorios que la infección genera porque si no puede que la vacuna no funcione. Y por favor, no tengan miedo de las vacunas, tengan miedo del COVID-19.

—¿La variante P1 tiene una sintomatología que se diferencia a la del virus original?

–Eso no existe. Si tienes COVID-19 por la variante o COVID-19 por la cepa selvae no hay cómo hacer esa diferencia clínicamente. Qué es lo que pasa. Cuando esas grandes cargas virales fueron fomentadas y mejoradas por una cepa en su condición biológica, comenzaron a contagiarse las personas más jóvenes, entonces la carga de la pandemia no es de las personas vulnerables en este momento, es de las personas jóvenes. Me refiero a personas de 40 y 50 años. Esa es la base de la pirámide de la movilidad, quien más se expuso y continúa haciéndolo son esas personas con edades menores que han hecho mucho movimiento de negación de riesgo de la letalidad y se reúnen. Esto se traduce en cargas virales elevadas. Por eso ahora tenemos personas jóvenes contagiadas, diferente a lo que había en el inicio.

Además de eso, los cuadros pueden ser más graves y más demorados. Porque si estás tratando a un joven, se trata de una persona con más reservas fisiológicas, y podrá luchar mucho más contra el virus que una persona de avanzada edad.

—¿Y hay alguna diferenciación entre el tratamiento de la cepa brasileña y el virus original?

—No existe tratamiento antiviral efectivo para el SARS-CoV-2. No existe. La única droga antiviral es el Remdesivir que da una mejora en un contexto de paciente grave. Esa mejora se traduce en disminución de los días de cuidados intensivos y eso tiene un impacto en el manejo porque tendríamos más camas disponibles, pero no es un antiviral.

—Se ha planteado que este virus deja secuelas en los pacientes, sin importar la edad. ¿Es así?

—Es un tema del que poco se habla. Sobre todo, de los casos graves que son aquellos que necesitan el soporte del oxígeno porque tienen 94% o menos de saturación (concentración de oxígeno en la sangre). Cuando se está en ese estado quiere decir que la estructura pulmonar sufrió de una lesión de una magnitud que no deja suficiente espacio para el funcionamiento. Después de que esa persona supera el COVID-19 puede presentar un síndrome post COVID-19, que puede ser incapacitante. Pasa mucho en mujeres, que no fueron casos graves, pero que después quedan con mucha fatiga, depresión, palpitaciones, ansiedad o dolores de cabeza. Eso los incapacita por meses.

Ahora, quien dependió de oxígeno va a tener lesiones pulmonares, cardíacas, renales y del sistema nervioso central. Todavía no sabemos el tiempo que esto va a durar y si hay una reversión importante o no de ese cuadro post COVID-19.

—¿Cuál es el panorama que usted avizora para los próximos meses? ¿Vendrán nuevas variantes y estaremos corriendo detrás del virus?

—Yo no soy optimista en el corto plazo. Creo que vamos a vivir situaciones muy difíciles. Vamos a tener el mundo dividido entre quienes se vacunaron y los que no, en países marcados por la desigualdad, que es el sello de este mundo, y vamos a tener países que continuarán navegando en esas aguas de dolor y tristeza.

Por ahora, parece que estamos muy juntos. Parece que Estados Unidos despertó y van a vacunar de forma intensa. Tal vez eso nos inspire. Pero como van las cosas, aquí en Brasil no tengo muchas expectativas, igual en el mundo. Ojalá yo esté muy equivocado.