El director de Cáritas Táchira, Ricardo Ramírez, destaca que la organización contribuye con la distribución de alimentos a los ciudadanos en retorno que están en los Puntos de Asistencia Social Integral (Pasi), pues la comida que ofrecen las autoridades gubernamentales es deficiente. Para ello, ha emprendido campañas de recolección de alimentos y, con el apoyo de las parroquias católicas de San Cristóbal, ha preparado desayunos y almuerzos que entregan a los retornados
Venezolanos en retorno que se encuentran en los Puntos de Asistencia Social Integral (Pasi) del estado Táchira han enfrentado dificultades alimenticias, debido a que la comida que reciben por parte del gobierno de Nicolás Maduro no es suficiente ni contiene los requerimientos nutricionales básicos.
Durante el mes de junio, Cáritas del estado Táchira, organización de promoción y asistencia de la Iglesia Católica que fomenta la caridad y el servicio al más necesitado, ha dirigido su labor humanitaria a la atención de este grupo de venezolanos que retornan por la frontera con el Departamento colombiano del Norte de Santander.
Ricardo Ramírez, director del equipo diocesano de Acción Social Cáritas, de la Diócesis de San Cristóbal, ha estado al mando de estas acciones. Inició en el Pasi de la Universidad Nacional Experimental de Seguridad (Unes) en San Cristóbal, hasta llegar a los siete albergues de este tipo que hay en la capital tachirense.
Aunque no ha sido fácil, Ramírez ha contado con apoyo como el de la parroquia de El Cobre, municipio José María Vargas, donde recolectaron 6.800 arepas que fueron entregadas en los Pasi de San Cristóbal durante la segunda semana del mes de junio.
Actualmente impulsa la campaña “Una verdura para mi pueblo”, con la finalidad de recolectar alimentos en las zonas de siembra, solicitar apoyo de supermercados, abastos, y de la sociedad civil en general, para distribuirlas en siete parroquias que elaborarán una olla solidaria para cada albergue.
El Pitazo realizó una entrevista al director de Cáritas Táchira el pasado 10 de junio, donde relató parte de lo que viven los connacionales en estos espacios.
En los centros (Pasi) buscan que la prioridad sean las mujeres embarazadas y las mujeres con niños
Ricardo Ramírez, director de Cáritas Táchira
–¿Esos siete Pasi que usted visita están en San Cristóbal?
–Sí, en San Cristóbal, porque los que están en frontera son atendidos por los padres de allá. Ellos, una o dos veces a la semana, les hacen llegar desayuno y almuerzo. Unos 15 días atrás (última semana de mayo) recibimos de parroquias, fundaciones y urbanizaciones el desayuno, el almuerzo y alguna merienda. Para preparar un almuerzo para 600 personas se necesitan 85 kilos de arroz, nada más en un centro. En el Pasi del IUT (Instituto Universitario de Tecnología Agroindustrial), donde hay 1.000 personas, se necesitan más o menos 130 kilos de arroz y no hemos podido llevarles todo, pero aportamos. Allá se encargan de la cocina. Al principio fue un poco difícil para ellos porque algunas áreas no estaban habilitadas. En la Unes tienen área de cocina, pero no tenían gas, no tenían utensilios, ya se equiparon y nosotros esa primera semana logramos atenderlos, creyendo que la cosa iba a mejorar.
–¿Tienen muchas precariedades alimenticias los retornados que están en los Pasi?
–Sí, hay muchas precariedades. Por ejemplo, no se sirve la comida a la hora, a veces se entiende porque es mucha gente. Por ejemplo, nosotros cuando llevábamos el desayuno, lo servíamos a las 9:00 am como muy tarde, porque se convocaba a quienes apoyaban con el alimento a las 8:30 am y se les servía media hora después. Ellos (las autoridades) preparaban el almuerzo a las 2:00 pm o 3:00 pm, mientras que nosotros tratábamos de llegar a las 12:00 m para que a la 1:00 pm se estuviera distribuyendo el alimento. La cena era un poco tarde; eso ha sido difícil de solucionar.
–¿Qué le dicen quienes están ahí?
–La gente agradece mucho. Se dan cuenta de que es la Iglesia católica la que está ayudando, incluso creen que es la Iglesia católica la única que está trabajando con ellos. Hay que también reconocer lo que hace el Gobierno nacional. Hacen lo que está a su alcance.
–¿Qué otras necesidades ha visto?
–Ropa porque estas personas vienen caminando para llegar a San Antonio y han sido víctimas de robos, de pérdida de sus maletas, porque también han tenido que cargar mucho peso y deben dejarla en el camino para poder llegar. También genéricos, útiles personales como jabón, pasta dental, cepillos, porque esta gente llega literalmente sin nada.
–¿Ellos le dicen cómo se sienten?
–Vienen pasando por una situación muy difícil y se sienten prácticamente en casa al llegar aquí. A pesar de que hay deficiencias, se sienten a gusto de saber que pronto podrán llegar a sus casas, a sus hogares. Sí, algunos se quejan, algunos no tienen las comodidades, tienen que subir agua a los baños. No es fácil. Han adaptado algunos lavaderos en áreas específicas, porque no lo tienen las instalaciones.
–¿Tienen dónde dormir? ¿Tienen colchonetas?
–No hay ninguno que esté sin colchoneta, pero están en salones de clase y hay un vocero de cada aula que se encarga del orden, de llevar la comida, de distribuirla, de hacerla llegar, porque ellos no toman sus alimentos en un comedor público sino que bajan y cuando la comida está en bolsitas, va el vocero y él tiene su lista. Generalmente ocurre en todos los Pasi, ellos no tienen un comedor en donde se sienten todos a comer.
En Cúcuta tenemos una donación de medicamentos que no la hemos podido pasar. El Consulado de Colombia nos ofreció kits de higiene personal, pero no hemos podido pasar
Ricardo Ramírez, director de Cáritas Táchira
–Se habló de que llegó comida dañada a la Unes. ¿Pudo confirmarlo?
–Sí, lo que pasó fue que cuando llegaron, la comida no se estaba haciendo ahí en la Unes, sino fuera. Cocinaron pasta. En el camino la pasta se dañó, porque no se preparó y se dio de una vez. Pasó mucho tiempo y se dañó. Pero desde que la Iglesia empezó a ayudar, mientras ellos resolvían lo de la cocina, se pudo mejorar un poco eso.
–¿Cómo es el trato a las mujeres embarazadas?
–Hay un buen trato, incluso en la Unes hay solo dos. Una de ellas ya dio a luz. Se atendió y se llevó al hospital. En los centros buscan que la prioridad sean las mujeres embarazadas, así como las mujeres con niños.
–¿Qué le dicen de las pruebas de coronavirus? ¿Les han hecho?
–Sí, les han hecho. El problema es que no hay las suficientes máquinas o aparatos para hacer las pruebas, y son siete Pasi en la ciudad, más los de la frontera. Aquí en la ciudad hay alrededor de 2.000 connacionales y ya les hicieron la prueba, pero en tres días es que llega el resultado, y hasta que no llegue no los pueden trasladar a su lugar de origen.
La gente agradece mucho. La gente se da cuenta de que es la Iglesia católica la que está ayudando, incluso creen que es la Iglesia católica la única que está trabajando con ellos. Hay que también reconocer lo que hace el gobierno nacional. Hacen lo que está a su alcance
Ricardo Ramírez, director de Cáritas Táchira
–Si tuviera que darle una sugerencia al gobierno sobre el funcionamiento de los Pasi, ¿cuál sería?
–Aunque ellos han hecho un esfuerzo, y eso hay que valorarlo, es importante que tengamos en cuenta que estas personas necesitan una mejor atención. Les agradezco porque han permitido que la Iglesia católica pueda apoyar, pueda ayudarles, pero es necesario que podamos fortalecer más este tipo de ayudas. Hay muchas ayudas que pudiesen entrar. Por ejemplo, en Cúcuta tenemos una donación de medicamentos que no hemos podido pasar. El Consulado de Colombia nos ofreció kits de higiene personal, pero no hemos podido pasar.
–Quienes deseen colaborar, ¿cómo pueden hacerlo?
–Pueden llamar al 0426-2731958. Canalizamos con el director del Pasi en decirle que no hagan almuerzo mañana porque va a llegar una donación.