Entrevista: César Batiz | Redacción: Yoselin González
La población venezolana ha vivido en los últimos 13 años tres reconversiones monetarias; la última entró en vigencia el 1 de octubre de 2021. Transcurridos 15 días desde la ejecución de la medida, los venezolanos esperan un aumento de sueldo que aún no llega.
El economista y director de la firma Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, cree que el gobierno de Nicolás Maduro se ha tardado en anunciarlo, porque entendió que esos incrementos no generan cambios positivos.
Para el también especialista en el ámbito de negocios, el Estado venezolano está colapsado financieramente por las malas políticas económicas que se han tomado y, en esta última etapa, debido al efecto de las sanciones. Por esa razón, es un Estado que no tiene la capacidad de ofrecer sueldos de calidad a las personas.
«La gente podría decir ‛bueno, pero que lo aumenten por decreto y que el Estado diga yo voy a colocar el sueldo en 100 dólares’ . En este caso, pongo al BCV (Banco Central de Venezuela) a que fabrique bolívares, eso sale a la calle y, al final, esa plata termina disparando los precios y provocando que ese sueldo no alcance absolutamente para nada (…). Lamentablemente es un Estado que no tiene capacidad de aumentar», explicó Asdrúbal Oliveros durante la entrevista con el director de El Pitazo, César Batiz, a través de los canales digitales del medio, Facebook y YouTube, el jueves 14 de octubre.
Oliveros asegura que esta situación con el salario es una oportunidad para que el venezolano presione por una solución al conflicto político. Además, señala que es necesaria una reforma para hacer viable al Estado y así se puedan pagar sueldos de calidad.
Asdrúbal Oliveros, economista y director de la firma Ecoanalítica
Otra preocupación que miran los ciudadanos después de la reconversión monetaria es que perciben un aumento de precios. Asdrúbal Oliveros aclara que eso se debe a una distorsión en la economía venezolana y menciona los dos elementos que influyen en dicha subida: inflación y devaluación.
«Hay un desfase entre la inflación y la devaluación. Estos dos conceptos son importantes porque la inflación es la medida de cómo varían los costos, y la devaluación es una medida que tiene que ver con el precio de la divisa. En la medida en que mis costos suban más rápido que el dólar, yo voy a tener que destinar una mayor cantidad de dólares para comprar los mismos bienes, porque esos bienes están subiendo más rápido que la velocidad a la que usted está cambiando los dólares o bolívares en el mercado», explicó el economista egresado de la Universidad Central de Venezuela.
Asimismo, el también director externo de Bancrecer hizo énfasis en que el desfase entre la inflación y la devaluación es lo que explica que los precios en dólares no sean estables. En ese sentido, recuerda a la población que el dólar es una moneda que circula en la economía, pero no es la que utiliza el Estado, por lo que este factor sigue generando una inflación en bolívares que afecta a toda la cadena de comercialización.
Para profundizar en el tema, Oliveros señaló que existen personas que comentan que eso no debería ocurrir, porque el pago lo realizaron en dólares y no en bolívares. El economista expone que tienen razón, pero afirma que esa “distorsión” entre inflación y devaluación no tiene que ver con la moneda con la que se paga, porque es la estructura de acción del Gobierno la que afecta todos los costos.
–Sí, hubo algo de angustia los días previos a la reconversión. Creo que por la caída días antes del Banco de Venezuela, mucha gente temió que no iba a poder disponer de su dinero. También mucha gente compró dólares y la tasa de cambio se disparó. Hubo mucha tensión que con el paso de los días se ha venido reduciendo. La confusión que existe es que mucha gente no sabe, cuando ve un precio, si está en bolívares o en dólares y allí el comercio tiene que establecerlo de forma explícita para que no genere confusión. El momento de mayor angustia ya pasó, y lo que estamos viendo es una adecuación.
–Creo que es parte del rol de un banco central tratar de contener la presión en la tasa de cambio. La pregunta es más bien si es sostenible. Cuántos dólares tiene que vender el BCV y si tiene la cantidad para vender todos los días. Porque estamos en una situación donde el mercado es insaciable, es decir, al final, si yo tengo bolívares voy a tratar de cambiarlos bien sea por bienes o dólares.
La actuación del BCV no es mala. Hacía falta bajar la presión sobre la tasa de cambio y esas ventas de divisas pueden ayudar de forma importante, pero es insuficiente. Se necesita restablecer confianza, medidas más amplias en el frente fiscal, ayudar al sistema financiero, reactivar el crédito y que se convierta en un impulso para la economía, junto con otras acciones que todavía no hemos visto.
–Tiene que ver con que el Estado venezolano es un Estado colapsado financieramente por múltiples razones: primero por malas políticas económicas; y, segundo, en esta última etapa también el efecto de las sanciones, pero más lo primero que lo segundo. Al final, es un Estado que no tiene capacidad de ofrecer sueldos de calidad a las personas.
Los sueldos tienen que aumentarse en función de la productividad y, en el caso del sector público, en función de los ingresos del Estado y de cuánto cuesta esa nómina. Yo creo que el Gobierno entendió que poner bolívares de la nada en los aumentos de sueldo se convierten en “peor el remedio que la enfermedad” y por eso ha detenido este aumento de salario.
–En primer lugar, hay desconocimiento. El segundo aspecto es que el tema parte de la cadena, ojo, no estoy justificando al comerciante, pero sí creo que hay que entender a lo que se enfrenta. Al final, al comerciante le pagan con billetes y esos mismos billetes los entregan a alguien para seguir comprando mercancía. Estamos en medio de una cadena: a veces son quienes venden a ese comerciante los que dicen que no van a recibir los billetes dañados. La modificación tiene que darse a lo largo de toda la cadena. Los consumidores también tenemos que hacer valer nuestra voz y presionar para que los acepten.
En la medida en que más gente lo haga, el comerciante también tiene que cambiar su actitud. Yo siempre he defendido la libertad de los comerciantes para fijar sus precios, pero como consumidor tengo la libertad para decidir si compro en un sitio o no; y si reclamo o no.
Asdrúbal Oliveros, economista y director de la firma Ecoanalítica
Los usuarios de El Pitazo tuvieron la oportunidad de hacer comentarios y preguntas para conocer la opinión del economista Oliveros. Abajo añadimos dos.
–No aplica para todo. Al final, la inflación se hace sobre una canasta integrada por más de 1.000 artículos y los artículos se ponderan. Ejemplo, no es lo mismo lo que cuesta dentro de mi gasto mensual el valor de una harina, eso al final puede representar 2 % o 1 % dependiendo de cada persona, entonces tengo que ponderar el peso de cada uno de esos artículos en la canasta general para poder mirar el impacto real de la variación. Es decir, ese 30 % se diluye si al final está metido en una proporción muy pequeña dentro de la canasta.
Siempre hay que pensar también que una cosa es la inflación general y otra es la inflación particular. Al final mi inflación, dependiendo de lo que yo compre y de la proporción, puede ser incluso más alta o más baja de lo que están reportando.
–Esta es una economía que está cambiando. Hay sectores que están creciendo y creo que los seres humanos, las empresas y los negocios tienen capacidad adaptativa. En lo que coincido es que, efectivamente, el margen de superar la crisis está muy limitado en el contexto actual, pero eso no quita que haya gente que con mucho esfuerzo se esté reinventando para poder resistir e incluso sobrevivir.
Una cosa es la visión macro donde Venezuela está en un foso y salir de allí amerita políticas que, en este momento, no se están aplicando y otra cosa es lo que cada uno de nosotros está haciendo para poder surfear la crisis.
Asdrúbal Oliveros, economista y director de la firma Ecoanalítica
Para cerrar, el director de El Pitazo preguntó.
–Espero que sí. Hay varias cosas que han cambiado. Había una destrucción del Estado como lo conocíamos, del llamado petroestado. Creo que ese es un punto importante, porque ojalá no volvamos a volver a construir un Estado que no pueda ser sostenible. El segundo elemento es todas las estructuras de distorsiones que crearon los subsidios; por ejemplo, el cambiario, que fue un subsidio extremadamente dañino para la economía y que ya no existe. Ojalá, de alguna manera, ese aprendizaje se haya dado.
En tercer lugar, creo que la valoración que mucha gente está haciendo del esfuerzo personal también es un aprendizaje poderoso. Por eso yo no minimizo esas unidades de emprendimiento de economía familiar que se están dando, porque creo que son una semilla de comprensión de fenómenos económicos. Alguien que esté montando una venta de hamburguesas en su casa, yo sé que eso no va a generar inversión, no va a cambiar el país, pero para esa persona eso representa tal vez la frontera entre comer o no.
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