Alvarado, socio directivo de la firma Gas Energy Latin America, aseguró que ante el declive de la industria petrolera, la refinación venezolana no está en capacidad de abastecer la demanda del mercado interno, por lo que la importación del déficit es la solución más viable a corto plazo para atajar la escasez de combustible
Entrevista: César Batiz | Redacción: Lewin Granados
Venezuela enfrenta actualmente un drama energético. Mientras la escasez de diésel o gasoil amenaza con paralizar la producción y traslado de alimentos y artículos básicos, en el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, las largas colas por gasolina en estaciones de servicios dolarizadas vuelven a observarse en el paisaje urbano de Caracas como resultado a la baja producción petrolera que hace insostenible la refinación simultánea de ambos carburantes.
Los problemas en el suministro de combustibles si bien no son nuevos en Venezuela, se agravaron entre abril y mayo del año pasado, cuando era casi imposible encontrar gasolina en Venezuela. En aquel entonces no escaseó el diésel, sin embargo, el declive drástico de la producción de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), y las sanciones de Estados Unidos sobre la estatal venezolana han mermado los inventarios del país a mínimos históricos y según la importación.
Antero Alvarado, socio director de Gas Energy Latin America, una firma dedicada a ofrecer servicios de consultaría en el área energética en América Latina y El Caribe, señala en una entrevista para El Pitazo que la crisis de la industria petrolera venezolana ha hecho que el país haya reducido hasta tres veces su consumo energético con respecto al año 2013. Según sus estimaciones, hoy en día Venezuela consume cerca de 50.000 barriles diarios de gasolina, cuando debería estar por el orden de los 150.000 barriles diarios, es decir, que apenas demanda 33% de entonces. “Todo el país entra en el consumo que hace ocho años solo correspondía al Zulia”, afirma.
Para el experto, esta situación causó la desaparición de un mercado funcional de oferta y demanda de combustible. “Lo que hay es una adjudicación de cuotas por estado. Se envía un volumen de gasolina y con eso es que tienen que repartirse y cuándo se acabó, se cierra la estación de gasolina”.
Hoy estamos en un consumo de gasolina, más o menos, la mitad de lo que consumíamos antes de la pandemia, es una señal de que Venezuela todavía no sale del problema del suministro de gasolina
Antero Alvarado, socio directivo de Gas Energy Latin America
En el caso del diésel, las consecuencias sobre la cadena productiva pueden ser hasta tres veces peores que con la gasolina, según han advertido gremios como Conindustria, Consecomercio y Fedeagro. Aquiles Hopkins, presidente de esta última, ha denunciado que la escasez del carburante ya ha causado pérdidas de cosechas enteras en los estados occidentales debido a la falta de transporte para llevarlas a los mercados.
Ahora que el país se encuentra en la víspera del próximo ciclo de invierno, los productores han solicitado al gobierno de Nicolás Maduro que permita a los privados la importación transitoria de diésel para evitar mayores pérdidas en la zafra agrícola. Hasta el momento, no ha habido una respuesta positiva desde el Palacio de Miraflores.
“Hoy en día quien tiene el control de la importación es la empresa estatal”, sostuvo Alvarado, quien destacó que para el año 2020, Venezuela tenía un porcentaje de refinación por debajo del 10% de su capacidad instalada, es decir, entre 100.000 y 130.000 barriles diarios, la mayoría diésel, lo que hizo a Pdvsa dependiente de la importación, en principio de la petrolera rusa Rosneft, hasta las sanciones secundarias dictadas por Washington que la obligó a abandonar su relación con Caracas.
EN 2020, VENEZUELA TUVO UN PORCENTAJE DE REFINACIÓN POR DEBAJO DEL 10% DE SU CAPACIDAD INSTALADA, ES DECIR, ENTRE 100.000 Y 130.000 BARRILES DIARIOS, LA MAYORÍA DIÉSEL, LO QUE HIZO A PDVSA DEPENDIENTE DE LA IMPORTACIÓN DEL CARBURANTE
“Pdvsa no hizo mucho alarde de esto, sino que lo llevó con mucho estoicismo y se vio forzada a reactivar las refinerías. Unas inversiones a las cuales no estaba animada de hacer porque hasta entonces le salía más barato importar el combustible”, agregó el experto.
La llegada posterior de los primeros buques iraníes, en junio pasado, con cargamentos de gasolina y aditivos petroleros, trajeron una efímera normalidad en la distribución del carburante, aunque para mayo de 2021 nuevamente las largas filas de vehículos comienzan a verse en los alrededores de estaciones de servicio de Caracas y el interior del país como augurio de una crisis con un final impredecible.
“Hoy estamos en un consumo de gasolina, más o menos, la mitad de lo que consumíamos antes de la pandemia, es una señal de que Venezuela todavía no sale del problema del suministro de gasolina”, explicó.
ANTERO ALVARADO, SOCIO DIRECTIVO DE LA FIRMA GAS ENERGY LATIN AMERICA,SEÑALA QUE LAS CRISIS DE LA INDUSTRIA PETROLERA VENEZOLANA HA HECHO QUE EL PAÍS HAYA REDUCIDO HASTA TRES VECES SU CONSUMO ENÉRGICO
Alvarado es tajante al decir que la refinación venezolana no está en capacidad de abastecer la demanda del mercado interno, por lo que la importación del déficit es la solución más viable a corto plazo. “Lamentablemente, por temas de sanciones, Pdvsa no puede hacer negocios con terceros. Además, la estatal mantiene el monopolio de los combustibles. Hemos visto que algunos privados han intentado pedir un permiso de importación, pero con respuestas negativas”, puntualizó.
El directivo de Gas Energy Latin America considera insuficiente la aprobación del ministro de Petróleo de Maduro, Tareck El Aissami, de 40 millones de dólares mensuales para mejorar la producción de crudo. Aun así, “es mejor eso que nada”, afirmó, pues estima que estará enfocada a recuperar la producción diferida de petróleo, en otras palabras, el volumen de crudo que no se produce de acuerdo al potencial esperado de Pdvsa.
Aunque el Ejecutivo prometió elevar la producción a los 1,5 millones de barriles diarios para final de año, el experto cree que dependerá de si se pone en marcha un modelo de negocio que atraiga a nuevos proveedores, no obstante, con una industria sancionada, la meta se vislumbra lejana.