El diputado de la Asamblea Nacional, exiliado en Italia, señaló en entrevista a El Pitazo que el bloque opositor, encabezado por Juan Guaidó, debe buscar vías alternativas para romper con el control social del gobierno de Maduro. Una de las propuestas de su partido, La Causa R, es aplicar el artículo 333 de la Constitución, con lo que aspiran a dar forma a la conformación de un gobierno de emergencia nacional, que “si es necesario” podría funcionar fuera de Venezuela

Entrevista: César Batiz | Redacción: Lewin Granados

Los indultos anunciados el pasado 31 de agosto para 110 activistas sociales y dirigentes políticos venezolanos, menos de la mitad privados de libertad, tomó por sorpresa a la dirigencia opositora, o al menos al sector que lidera Juan Guaidó, reconocido presidente interino de Venezuela por más de 50 países, el cual estuvo al margen de las nuevas negociaciones con el chavismo.

La aparición en escena de Henrique Capriles Radonski, dos veces candidato presidencial opositor, en el diálogo con el gobierno de Nicolás Maduro y que contó con una mediación turca, trastocó los planes del gobierno interino, que en las últimas semanas convocó a las fuerzas democráticas del país a construir una nueva alianza opositora que conduzca a la salida del poder del ocupante de Miraflores y boicotear su convocatoria a elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre, que considera fraudulenta.

Al margen de celebrar las excarcelaciones de los presos políticos, Américo De Grazia, diputado de la Asamblea Nacional (AN) por el estado Bolívar y uno de los nombrados en la lista de indultados, es tajante al asegurar que Maduro no ha ofrecido un gesto de buena voluntad, sino una trampa con la que pretende legitimarse ante la comunidad internacional en un momento, en el que considera se encuentra más acorralado.

“Obviamente hay un interés marcado del señor Capriles de desplazar a Juan Guaidó”, aseguró.

–Usted dijo sobre la medida especial anunciada este 31 de agosto por Nicolás Maduro que “no era un indulto sino un insulto. Yo no soy delincuente y Maduro no es presidente”. ¿Qué implica esta declaración? ¿Quema las naves para no regresar a Venezuela?

–Yo no estoy mordiendo el anzuelo que pone el régimen cada vez que tiene la soga en el cuello, cada vez que se ve acorralado, que tiene una dificultad, que pretende legitimarse. Ese es el mismo modelo de Hugo Chávez. Cuando quieren construir un escenario que le es favorable, recurren a este tipo de mecanismos. Chávez lo hizo centenares veces durante el ejercicio de su gobierno y ahora lo repite Nicolás Maduro. Eso es lo que queremos evidenciar.

–Pero, ¿Maduro está acorralado en estos momentos?

–Sí, está muy acorralado cuando, por ejemplo, 60 países libres del mundo lo desconocen. Eso no le ocurrió a Chávez jamás. Tampoco tuvo un cartel de ‘se busca’ por 15 millones de dólares. Ni él ni su alto mando militar, ni su gabinete entero. A Chávez nunca le confiscaron recursos de sus testaferros, a pesar de que los tenía. No le arrebataron a Citgo, pues en efecto no lo pueden usar, al igual que Monómeros del Caribe, ni la CVG Internacional. Él gozaba incluso de prestigio. No se podía hablar mal de Chávez en Europa o en la OEA porque te caían encima. Ese no es el rol ni el papel de Nicolás Maduro, hoy es visto como un narcoterrorista, vinculado a crímenes de lesa humanidad, violador de Derechos Humanos, a organizaciones criminales como Hamas, Hezbolá, ELN, las Farc. De manera que allanar ese camino es un favor que se le hace a Nicolás Maduro. Por eso decimos que si es bueno para Maduro, es malo para el país.

Ahora, una cosa es Nicolás Maduro y otra son sus rehenes. Cuando nosotros declaramos es también para prestar nuestra voz a quienes no se pueden expresar porque tienen una pistola en la cabeza, pues si se salen del guión pueden regresar al calabozo. No me refiero a condenar la libertad de mis compañeros de lucha. Es una tarea de sobrevivencia, de apoyo mutuo, de las cosas que pueden hacer unos y otros.


Nicolás Maduro hoy es visto como un narcoterrorista, vinculado a crímenes de lesa humanidad, violador de Derechos Humanos y a organizaciones criminales como Hamas, Hezbolá, ELN y las Farc

Américo De Grazia, diputado de la Asamblea Nacional por el estado Bolívar, exiliado en Italia

–Si Nicolás Maduro está tan acorralado como lo ha descrito ¿por qué no ocurre una transición política y democrática en Venezuela?

–Nosotros no estamos hablando de un régimen como el de Marcos Pérez Jiménez, ni el de Juan Vicente Gómez, ni el de Pinochet, Stroessner o Somoza. No estamos hablando de una dictadura bananera. Hablamos de un híbrido en el que se combina a Pablo Escobar, Bin Laden y Fidel Castro. Este es un monstruo, que se sostiene fundamentalmente por la fuerza de las armas. Ni por la razón, ni por los votos, ni por el apoyo popular. En consecuencia, la maniobra permanente es el uso de la fuerza, el control social ejercido por los colectivos armados; los pranes en forma de banda, trenes o sindicatos; por el ELN. Incluso con la estructura que opera el Cártel de los Soles. Ahí es donde viene un complemento importante: la cúpula militar no es leal a Maduro, es su cómplice en el narcotráfico, en el oro de sangre, en el tránsito de minerales en conflicto, en el lavado de dinero. No en balde tienen a un personaje como Álex Saab, vinculado a droga y crímenes de lavado de dinero, detenido en Cabo Verde y a punto de ser extraditado a Estados Unidos.

–Entonces, ¿por qué la Unión Europea insiste en abrir caminos de conversación con el gobierno de Maduro y que de alguna forma apoya las gestiones de Henrique Capriles?

–El hecho de que Josep Borrell (Alto representante de la UE para Asuntos Exteriores) esté buscando una negociación, no le quita lo criminal a Nicolás Maduro. Los crímenes de lesa humanidad han surgido y van a seguir su curso a pesar de Borrell o a pesar de aquellos que quieran ponerle alfombra roja al régimen de Maduro. Nosotros tenemos que hacer la parte que nos corresponde. Mi polémica no es con Borrell, es con Maduro. En consecuencia, no debo distraerme. Ojalá Borrell logre que Maduro salga del poder o ayude a revertir el proceso de la narcodictadura. Pero lo que hemos tenido como experiencia en el caso Zapatero, no ha sido nada agradable. Espero que no se repita con otro personaje.


Debilitar la unidad es hacerle un flaco servicio al país. Debilitar la posibilidad de que consolidemos una ruta en el marco unitario es favorecer a la narcotiranía

Américo De Grazia, diputado de la Asamblea Nacional por el estado Bolívar, exiliado en Italia

–¿Usted qué opina de que Stalin González y Henrique Capriles hayan estado al frente de las negociaciones para lograr los beneficios que anuncia el 31 de agosto el gobierno de Maduro?

–Debilitar la unidad es hacerle un flaco servicio al país. Debilitar la posibilidad de que consolidemos una ruta en el marco unitario es favorecer a la narcotiranía y no es propio ni es sano que ocurra. Es lo que nosotros de alguna manera tenemos que apuntar y señalar. Menos en el caso de Henrique Capriles, que fue una figura connotada en el país. Dos veces candidato presidencial, dos veces gobernador de Miranda, dos veces alcalde, miembro de uno de los partidos firmantes del acuerdo unitario y uno de los partidos emblemáticos dentro de la Asamblea Nacional (Primero Justicia), que ocupa importantes responsabilidades en el gobierno interino de Juan Guaidó. Tal es el caso de Julio Borges en la Cancillería, Tomás Guanipa, Miguel Pizarro, José Manuel Olivares, entre otros.

–Usted dice debilitar la unidad, pero ¿realmente estaba tan fuerte para decir que ha sido debilitada por una acción como la de Capriles o más bien evidencia la fragilidad de la unidad?

–Como decimos los venezolanos, en el país “nadie se cae a coba”. Obviamente hay un interés marcado del señor Capriles de desplazar a Juan Guaidó. Otros también tienen ese interés. Eso no es saludable para lo que estamos enfrentando y menos intentar lavarle la cara al régimen. Todo lo que se vaya a hacer con el régimen debe ser con el cuidado debido. Si alguien no tiene acceso a Guaidó o a las posibilidades de entrar en las reuniones políticas, yo lo comprendo. Pero ese no es el caso de Capriles. Allí subyacen más intereses mezquinos que de objetivos superiores.

–¿Cuál es la alternativa?

–La alternativa es la que el presidente interino Juan Guaidó ha estado señalando. Una de las rutas es, primero, no desandar lo andado ni lo conquistado en el escenario internacional en torno a la legitimidad que hemos logrado. Lo que ocurre en Venezuela y lo que puede ocurrir para la salida de crisis es inédito. No podemos decir que esto va a ocurrir en tal o cual sitio. Tenemos que tener claro a quién estamos enfrentando. Y por supuesto el peligro que existe sobre la relegitimación de Maduro luego de haberlo deslegitimado.

Hemos hablado de la constitución de un gobierno de emergencia nacional, que siga empujando para consolidar el trabajo que se ha hecho y hacíamos hincapié en el artículo 333 de la Constitución, que dice que una vez roto el hilo constitucional todo venezolano está en la obligación de contribuir a su reposición. Si un ciudadano de a pie está en la obligación de hacerlo, con mucha más razón la tenemos quienes ejercemos el cargo de diputados y la responsabilidad de estar al frente de la Asamblea Nacional, que ha sido considerada el único poder legítimamente constituido en Venezuela. Eso no lo podemos desandar. Quien conspire contra esa dinámica, le está prestando servicios directa e indirectamente al régimen. Por eso cualquier posibilidad, diferencia que pudiese ocurrir, como en el caso de Capriles, debió haberlo planteado conjuntamente con su partido dentro del G4. Todo esto nos genera a nosotros una inmensa sospecha, por eso debemos insistir en el camino que estamos trazando e incluso con los gobierno aliados.


Régimen de Maduro es un híbrido en el que se combina a Pablo Escobar, Bin Laden y Fidel Castro. Este es un monstruo, que se sostiene fundamentalmente por la fuerza de las armas

Américo De Grazia, diputado de la Asamblea Nacional por el estado Bolívar, exiliado en Italia

–¿Cómo se logra activar el artículo 333 de la Constitución en medio de un escenario de coronavirus, de represión y con Maduro con aliados como China, Rusia, Turquía, Irán, interesados en los recursos naturales del estado Bolívar?

–La ruta no tiene nada que ver con el coronavirus. Por el contrario, es un elemento que la Asamblea Nacional supo resolver sobre la marcha con las reuniones virtuales.

La Causa R presentó una reforma al estatuto de transición para el cómo aplicar el artículo 333, declarando la continuidad constitucional de la Asamblea Nacional. Esto nos permite desembocar de manera directa en el gobierno de emergencia nacional. Si el gobierno interino le ha hecho daño colateral al régimen de Nicolás Maduro, nosotros no podemos abandonar ese camino. Otro elemento para constituir el estado de emergencia es romper el control social. Es otra de las propuestas que hacemos en el seno de la unidad: articular todas las protestas de calle de manera orgánica y estructuradas para romper el control social con tres propósitos: 1. Tener agenda de calle ordenada y organizada. 2. La unidad superior en función de un plan político. 3. La amenaza creíble de parte de los países aliados para que Maduro sienta que no las tiene todas consigo. Todos estos elementos ayudan a desembocar en una caída del régimen.

–¿Ese gobierno de emergencia se constituiría fuera del país?

–Si es necesario, sí. La Asamblea Nacional Judía no funcionaba en Israel. El Congreso Nacional Africano tampoco funcionaba en Sudáfrica. De manera que en eso no podemos ponernos camisa de fuerza. Si es necesario que funcione fuera del país, que lo haga. Igualmente si se puede dentro del país. Aquí tenemos que ingeniárnosla. No basta con irnos al manual de lo clásico. Los caminos electorales no los cerraron ni Juan Guaidó, ni los partidos políticos. Los caminos electorales los cerró la narcodictadura. Ante esto, ahora tenemos que construir otras vías.