El cerebro es un órgano como cualquier otro y, como tal, es propenso a enfermarse. Con el repunte de contagios por COVID-19 y el colapso paulatino de los servicios básicos, no sería descabellado pensar que Venezuela podría convertirse en el caldo de cultivo para cualquier sentimiento de desazón o tristeza.
Es por eso que la doctora Alegría Marcano Martínez, con 14 años de experiencia en el campo de la psicología, actualmente brinda orientación gratuita relacionada con situaciones asociadas a la pandemia, además de manejar programas de apoyo social y consultas a precios solidarios.
Marcano conversó con El Pitazo acerca de los hallazgos que ha encontrado en sus pacientes, además de compartir herramientas para manejar la tristeza y otros problemas asociados con nuestros lectores.
CADA SER HUMANO TIENE MANERAS DIFERENTES DE LIDIAR CON SUS EMOCIONES. QUIENES LIDIAN DÍA A DÍA CON LA POBREZA EXTREMA SE ADAPTAN MÁS RÁPIDO A LA CRISIS PORQUE ESTÁN ACOSTUMBRADOS A RESOLVER EL DÍA A DÍA
–Por lo general, la mayoría de mis pacientes proviene de dos poblaciones distintas. Primero está la población regular, cuyos núcleos familiares poseen un ingreso que les permite sobrevivir un promedio de seis meses aunque actualmente no estén trabajando. La segunda, la población que está en pobreza extrema, que se rebusca todos los días para poder llevar algo de comida en su casa.
–Además de los problemas comunes que enfrentamos todos como sociedad, la población regular se concentra en la manutención del núcleo familiar y en su protección. En ese sentido, su nivel de afectación es menor. La población que está en pobreza extrema ha perdido la capacidad de obtener los recursos mínimos e indispensables para producir lo necesario para comer, y al salir a la calle para conseguirlo entran en riesgo vital. Algunos de mis pacientes pertenecientes a esta población ni siquiera poseen un televisor en su casa, ni los recursos para comprar una mascarilla o guantes quirúrgicos, por lo que salen a la calle sin ningún tipo de protección. Prefieren correr el riesgo de salir, y no el de morir de hambre.
–La población regular ha procesado esta situación transitando las cinco etapas del duelo (negación, ira, negociación, depresión, aceptación). Quienes viven en la pobreza extrema se han adaptado mejor porque no han tenido más remedio.
–No, esta es una valoración general de la situación. Por ejemplo, una de mis pacientes es madre de cuatro niños y encontró la manera de producir dinero horneando panes en casa. Ha conseguido los ingredientes por medio de donaciones, y vende sus productos a precios accesibles para sus vecinos y su comunidad. También tengo pacientes que solo tienen dos hornillas y no cuentan con horno. Otros se emplean como cargadores en bodegas o comercios que puedan pagarles por llevar mercancía. Incluso algunos les suministran tapabocas y guantes, pero esta población no siempre tiene acceso a ellos. Muchos otros también deben romper la cuarentena para salir a recoger agua, y se exponen al contagio.
–Es una conjunción de todas esas cosas. Los factores de riesgo cada vez son más altos, y los de protección cada vez más bajos. De cualquier manera, quienes lidian mejor con esta situación son los del segundo grupo.
–El primer grupo está más acostumbrado a planificar y a visualizar el futuro. Al no ver una salida, suelen tener más propensión a las ideas suicidas. El segundo grupo, mientras tanto, suele estar acostumbrado a vivir en el tiempo presente y sin pensar en el futuro, por lo tanto es menos propenso a desistir o a concebir pensamientos suicidas.
LA DEPRESIÓN ES UNA ENFERMEDAD QUÍMICA DEL CEREBRO QUE REDUCE LA CANTIDAD DE NEUROTRANSMISORES Y RESULTA EN ABULIA O FALTA DE VOLUNTAD Y ENERGÍA
–Hay un alza en la tendencia al suicidio en preadolescentes. En Venezuela esta etapa se cuenta a partir de los ocho años, que es la edad en la que por lo general se inician sexualmente.
–Cuando se exploran las razones por las cuales una persona decide terminar con su vida es porque ya no ve esperanza, o algo que para él sea realmente significativo.
–El nivel más crítico de la depresión es el suicidio. Hay un tema químico que tiene que ver con la depresión a nivel cerebral. La falta de alimentos o la mala alimentación y el desbalance hormonal crean también un desajuste en los químicos del cerebro. La depresión es exactamente eso, una enfermedad química del cerebro que reduce la cantidad de neurotransmisores y resulta en abulia o falta de voluntad y energía. Puedes tener el futuro más hermoso, pero si tienes un cerebro deprimido no vas a responder emocionalmente a la felicidad.
–Cada ser humano tiene maneras diferentes de lidiar con sus emociones. Quienes lidian día a día con la pobreza extrema se adaptan más rápido a la crisis porque están acostumbrados a resolver el día a día. Esto por supuesto no es genérico, pero es una tendencia. Son padres y madres cuyas esperanzas están depositadas en sus hijos. Los padres son los que están enfocados en resolver cómo comer hoy, o incluso cómo poder tomar agua. Se adaptan mucho más rápido y por ende hay una menor tendencia a caer en depresión. Son personas que no tienen mucho que perder. La población regular en cambio ha perdido bienes, ha perdido expectativas. Sobre todo las personas que tenían hobbies, o eran invitados frecuentes en reuniones sociales.
LA POBLACIÓN REGULAR HA PROCESADO ESTA SITUACIÓN TRANSITANDO LAS CINCO ETAPAS DEL DUELO. QUIENES VIVEN EN LA POBREZA EXTREMA SE HAN ADAPTADO MEJOR PORQUE NO HAN TENIDO MÁS REMEDIO
–Muchos pacientes presentan dificultades para dormir. A raíz de la situación ha habido un cambio importante en los patrones de sueño, cambios que redundan en química cerebral y ansiedad. A ello les enseño sobre higiene del sueño, que comprende un programa de cinco pasos que debe realizarse una hora antes de querer dormir. Otro factor que veo con frecuencia es la dificultad para adaptar la rutina del trabajo a la cuarentena. Quienes tenían un horario de oficina delimitado por obligaciones y jefes ahora deben realizar su propio horario de trabajo por su propia cuenta y eso crea dificultad.
–También he recibido adictos a sustancias que por motivos de cuarentena y distanciamiento social no han tenido acceso a ellas, y que están empezando a decidir dejarlo porque se dan cuenta de que se han vuelto dependientes, y el síndrome de abstinencia que su ausencia causa en ellas les hace sentir muy mal. Por otra parte, los que tienen acceso a sustancias (por ejemplo, los bebedores) recurren a ellas con más frecuencia.
–Sí, he visto casos de personas que han estado cuidándose pero que han recibido bullying de las personas que forman parte de su círculo. Recuerdo el caso de una paciente que tiene dos hijos, pero ni su esposo, ni su nieto ni su cuñado utilizan tapabocas o guantes, mientras que ella en cambio sí los utiliza. Ellos le decían que el coronavirus no existía, que era una mentira, que era una ridiculez usar protección.
–Tuve la oportunidad de intervenir en el núcleo y explicar mi experiencia con la enfermedad, pues sé de cuatro personas que han fallecido a causa de coronavirus. También movilicé la parte emocional de los familiares a los niños: ¿qué ocurriría si a tus dos hijos, sobrinos o nietos se contagian por tu culpa? Es ahí donde la familia toma una postura distinta.
–La situación ha mejorado. Incluso quienes practicaban bullying dejaron de hacerlo y han mantenido su conducta.
–Es necesario entender que la tristeza no deriva necesariamente en depresión.
Aunque son muy similares, Alegría Marcano señala que se debe observar el comportamiento del paciente durante algún tiempo. “La tristeza suele durar unos pocos días. La depresión en cambio puede mantener a la persona en el mismo estado durante una semana, o hasta más”, puntualiza.
Marcano también explica que hay que observar si quien la padece comienza a perder capacidades. “La depresión puede hacer que perdamos el trabajo, incluso”, ejemplifica.
Para atenderla a tiempo es necesario acudir a un psiquiatra que evaluará el nivel de depresión y recetará, de ser necesario, el medicamento que compense el químico cerebral ausente en el paciente y el desencadenante de ese estado. Marcano señala que aún en Venezuela el hecho de sugerir buscar ayuda psiquiátrica es un tabú, por lo que sugiere comparar la depresión con una enfermedad del corazón, o de cualquier otro órgano. “Cuando el paciente entiende que el cerebro es tan susceptible de enfermarse como otra parte del cuerpo, está más abierto a buscar ayuda especializada. Es necesario que se sienta acompañado en este proceso”, afirma.
Marcano también atiende desórdenes del sueño en sus consultas. A sus pacientes les explica los cinco pasos que conforman la higiene del sueño, y que deben realizarse una hora antes de querer dormir.
Para empezar, lo primero que Marcano indica es apagar equipos con luz azul: teléfono, computador, televisor y tabletas electrónicas.
El segundo paso (de poder hacerlo) es darse un baño consciente, que consiste en dar pequeños masajes en músculos que van relajando la musculatura y que nos hace conscientes de qué partes de nuestro cuerpo están teniendo atención.
En tercer lugar, Marcano recomienda una infusión caliente que puede ser manzanilla o tilo. Quedan excluidos el café y el té. En caso de tener valeriana a mano, la dosis recomendada es de 30 gotas.
A RAÍZ DE LA SITUACIÓN HA HABIDO UN CAMBIO IMPORTANTE EN LOS PATRONES DE SUEÑO, CAMBIOS QUE REDUNDAN EN QUÍMICA CEREBRAL Y ANSIEDAD
El cuarto paso es escuchar al menos 15 minutos de ondas delta, que facilitan la entrada del cerebro en la primera etapa del sueño. Estos audios pueden encontrarse fácilmente en YouTube, y podrían ser descargados previamente antes de dar comienzo a la higiene del sueño.
El último paso consiste en hacer respiraciones de cuatro tiempos (cuatro segundos) que debemos sentir en el abdomen y que se deben retener durante dos segundos, y liberarse por la nariz en cuatro segundos. De este ejercicio se hacen 10 repeticiones, o 20 si se llega a necesitar. Marcano señala que de hacerse todos los pasos previos correctamente, lo más posible es que el paciente se duerma antes de alcanzar las 10 repeticiones.
La higiene del sueño debe ser completada con el acondicionamiento del ambiente donde se va a dormir. Marcano señala que la habitación no puede ser ni muy calurosa ni muy fría, y evitar que haya luces encendidas cerca.
Otro factor que perturba el sueño es la presencia de ruidos molestos. Si los vecinos colocan música a un volumen alto, Marcano recomienda comprar tapa oídos que pueden conseguirse con facilidad en cadenas farmacéuticas. También aclara que deben ser específicamente diseñados para aislar el sonido y ayudar a dormir, y que los tapa-oídos para practicar deportes como natación no sirven para tal fin.
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