En 1921, la federación inglesa prohibió el fútbol femenino de forma profesional, una medida que copiaron otras federaciones por miedo a que afectara la audiencia de los juegos masculinos.
La regla le costó a las mujeres 50 años de atraso en un deporte en el que demuestran que pueden igualar y superar a los hombres cuando cuentan con inversión, estructura y políticas de estado que les den las mismas oportunidades.
LEE TAMBIÉN:
LA EXCLUSIÓN Y LA DESIGUALDAD GOLEAN AL FÚTBOL FEMENINO
Esta web usa cookies.