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domingo, 5 mayo, 2024
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“La siembra del cuatro es un movimiento mundial”

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ENTREVISTA A CHEO HURTADO Y FRANCISCO RODRÍGUEZ

«La siembra del cuatro» celebra 15 años fomentando la composición y ejecución del instrumento emblema de la música venezolana. Cheo Hurtado y Francisco Rodríguez, organizador y egresado respectivamente, conversan con El Pitazo sobre el arraigo del instrumento, su internacionalización y los retos que impone el país a la creación de una nueva generación de músicos.

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La siembra del cuatro, festival creado por el reputado cuatrista Cheo Hurtado, cumplió el jueves 4 de abril 15 años impulsando la carrera de compositores y ejecutantes a lo largo y ancho del territorio nacional e internacional.

Para Hurtado, el cuatro, más que tocarlo, hay que sembrarlo y de esa siembra salió Francisco Rodríguez en 2013, quien, con 26 años, ya ha compartido el escenario con Gualberto Ibarreto, Rafael “Pollo” Brito, C4 Trío, Luis Julio Toro, David “Zancudo Peña” y también ha acompañado a la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho.

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A los 22 años, Francisco bautizó su primera placa discográfica con la agrupación Solo ensamble y hace un año comenzó su carrera como solista en Bucaramanga, Colombia, como parte del catálogo de la marca wwww.tusartistas.com.


La música venezolana te hace llorar cuando escuchas un vals, brincar cuando escuchas un calipso o sencillamente bailar al ritmo de un tambor

Cheo Hurtado

Tanto Rodríguez como Hurtado coinciden en que no poseen capital monetario, solo musical. “Nosotros pagamos con música”.

Quince años cosechando un cuatro

En una oportunidad, a Francisco Rodríguez lo atracaron y le quitaron su cuatro.

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—En realidad me quitaron dos cuatros—aclara. En Venezuela nadie está exento de que lo roben, es cuestión de tiempo para que te pase. Robaron mi cuatro eléctrico y mi cuatro de concierto, hecho por el lutier Edgar Ramírez Rojas. Tengo este para solventar, dice, mientras muestra con orgullo su cuatro provisional, firmado por el lutier Sermeño. Es color marrón caoba, convencional, electroacústico.

La diferencia entre el cuatro de Rodríguez y el de su maestro Cheo Hurtado es abismal. Primero, el cuatro electroacústico de Francisco le permite amplificar el sonido para conciertos, pero si todo falla y se va la luz, el ejecutante puede utilizar el instrumento gracias a su cualidad acústica.

Los discípulos de Hurtado lo señalan como el «motor de la Siembra del cuatro». Hurtado cree, sin embargo, que el secreto del éxito de un festival como este descansa en sus egresados |Luis Miguel Cáceres

El de Hurtado es sólo acústico —su sonido no es amplificable—, pero tiene un registro musical mucho mayor, gracias a que su dueño ha hecho intervenir el mástil al agregarle más trastes. Ahí radica uno de los secretos de una ejecución como la que hace Cheo Hurtado en el cuatro.

Rodríguez define a su mentor Cheo Hurtado como “el motor del festival”.

El guayanés acepta el halago con humildad. “Uno a lo mejor tiene el poder de convocatoria, pero sin ellos no existiría La siembra del cuatro”. Hurtado habla de sus egresados: del guayanés Miguel Siso, ganador de la edición 2007 del certamen que conquistó Latin Grammy 2018 en la categoría Mejor álbum instrumental; de Carlos Capacho, Jorge Glem, Nelson González, Daniel Requena, Edward Ramírez, Héctor Medina, Roney Silva, Leonidas Rondón, Héctor Molina, Alis Cruces, Henry Linarez, por solo mencionar algunos. Todos ellos surgieron del certamen y en la actualidad desarrollan sus carreras en el mundo de la música. Ambos coinciden en su apreciación sobre el proyecto quinceañero de Hurtado: “La siembra del cuatro es un movimiento mundial”, dicen.

Quince años ha ocupado el festival en la vida del cuatrista, guitarrista y bandolista Asdrúbal José “Cheo” Hurtado, pieza clave de agrupaciones como Ensamble Gurrufío, La cuerda de Carmito, Costa Caribe, Bandolas de Venezuela y la Camerata Criolla. Una extensa carrera como solista le han permitido a este virtuoso congregar voluntades para realizar, año tras año, La siembra del cuatro. Pero los retos impuestos este año —una hiperinflación galopante, los cortes eléctricos, entre otros— lo llevaron a considerar hacer una entrega bianual del certamen.


La música siempre ha existido, nunca dependió de la electricidad

Cheo Hurtado

Aún para Cheo Hurtado realizar un concurso como La siembra del cuatro es cuesta arriba. Cuenta que en otros tiempos podía recorrer toda la región centro-occidente para congregar a compositores y ejecutantes del cuatro. “Producir un concierto involucra tener un plan de medios, un buen sonido, conseguir una sala, realizar la convocatoria, ensayar. Si hay invitados del interior o fuera del país, hay que invertir también en comida, hospedaje y viáticos. En años anteriores era posible obtener el patrocinio de entes públicos y privados. Hoy no”, explica.

Este año, el festival fue posible gracias a la iniciativa privada. El taller Cruz-Diez donó una obra que los organizadores lograron vender en tiempo récord. Jorge Yaguri, melómano residente en Nueva York, donó los 600 dólares para la premiación de los tres primeros lugares del certamen. Otros artistas plásticos, como Onofre Frías y Diana Lander, también donaron obras para respaldar la realización del festival.

La cultura en un país sin luz

Durante la entrevista se le pidió a Hurtado y a Rodríguez que imaginaran por un momento un país cuya red eléctrica colapsara de manera definitiva.

Francisco Rodríguez es egresado de la edición 2013 del festival. Al igual que muchos de sus coterráneos, el certamen le ha permitido labrar una carrera como cuatrista en el exterior
| Luis Miguel Cáceres

-¿Qué ocurrirá con los conciertos, con cines, con la cultura como la conocemos?

—Será como cuando no había luz, imagina Francisco.

—La música siempre ha existido, nunca dependió de la electricidad, responde sin dudas Hurtado. Quienes hacemos cultura no nos detendríamos porque en algún momento hay que retomarla. A lo mejor un día estás ocupado en una cola, llenando un perolito de agua o lo que sea, pero en algún momento agarrarás tu cuatro y lo afinarás. Y en la intimidad de tu comunidad doméstica, donde están la familia y los vecinos, siempre estará la música o la poesía. La gente se reunirá a leer libros, a leer cuentos, a contar historias de fantasmas y aparecidos.

Hurtado no comprende por qué Vladimir Villegas, quien lo entrevistó recientemente en una de las emisiones del programa Vladimir a la 1 le preguntaba con extrañeza si La siembra del cuatro se realizaría a pesar de las condiciones del país. Y lo cierto es que ni Hurtado ni Rodríguez celebran lo que ocurre actualmente. Sucede y, simplemente, no pueden detenerse. “Los taxistas no se detienen, los médicos no se detienen, los aviones no se detienen. Aún en medio de una crisis alguien cumple años, compra su tortica y lo celebra. Eso hicimos nosotros”, acotan.

Después de haber sido atracado en dos oportunidades, Rodríguez porta un cuatro elaborado por el lutier Sermeño | Luis Miguel Cáceres

El cuatro en el fin del mundo

-¿Sabía usted que en el distrito de Komaba en Tokio, Japón, existe una estudiantina de cuatro venezolano? Según Cheo Hurtado, no hay nada más exótico para el japonés que la música venezolana. Y lo dice con conocimiento de causa, pues ha visitado el país nipón en al menos seis oportunidades y conoce casi todas sus islas. Fue el corresponsal japonés Yui Shivashi de la Revista Latina —editada por Kenji Honda—quien facilitó que Hurtado y su agrupación Costa Caribe pasearan al japonés por toda la geografía musical de Venezuela en 21 conciertos durante 21 días en el año 1991.

“Fue ahí donde nos dimos cuenta de que la música venezolana te hace llorar cuando escuchas un vals, brincar cuando escuchas un calipso o sencillamente bailar al ritmo de un tambor”, recuerda.

Hurtado ha sembrado el cuatro en Japón y ha dictado en Komaba diversos talleres. De vez en cuando el milagro ocurre y algunos integrantes de la estudiantina japonesa son enviados a Venezuela. Pernoctan en casa de Hurtado, visitan Elorza, los llevan a El Callao y se convierten en enamorados de la música venezolana. Como Yasuji D’ Gucci, el cuatrista y lutier que llegó a Venezuela por sus propios medios sólo para participar en los 15 años de La siembra del cuatro y donó, además, un cuatro para el ganador del certamen.

-¿Cómo logró llegar sin acreditaciones, sin viáticos, sin respaldo? Ni Hurtado ni Rodríguez lo saben. Lo atribuyen, eso sí, a una pasión de cuatro cuerdas.


En años anteriores era posible obtener el patrocinio de entes públicos y privados. Hoy no

Cheo Hurtado

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