Caracas.- Cada año, los fanáticos, “missólogos” y periodistas de farándula se reúnen con un sueño en común: ser testigos de la entrega de la octava corona de Miss Universo para la representante venezolana. Pero por los tiempos que corren, pareciera que ese sueño se aleja cada año. Para muestra un botón: Mariángel Villasmil, la apuesta de Venezuela en la edición 2021 del máximo concurso internacional de belleza, no figuró ni siquiera en el top 21.
Los expertos en la materia señalan que todo comenzó con la partida de Osmel Sousa, quien fue presidente de la Organización Miss Venezuela desde 1981 y el preparador que hizo posible conseguir siete coronas de Miss Universo, siete de Miss International y seis de Miss Mundo. Además logró la proeza, por primera vez en la historia del concurso, de que reinas venezolanas se coronaran como soberanas por dos años consecutivos. Fue así como Dayana Mendoza le entregó la diadema a Stefanía Fernández en 2009.
Sthefany Gutiérrez fue la última miss preparada por Osmel Sousa y que logró posicionarse como la segunda finalista en el Miss Universo 2018. Posterior a la partida del llamado “zar de la belleza”, se creó un Comité Ejecutivo en la Organización Miss Venezuela, integrado por Gabriela Isler (Miss Universo 2013), Nina Sicilia (Miss International 1985) y Jacqueline Aguilera (Miss Mundo 1995).
Para Eduardo Muria, periodista de arte y espectáculos, Villasmil no estuvo bien preparada para representar a Venezuela en el Miss Universo. Para el experto, el Comité Ejecutivo no se está enfocando en la enseñanza de temas que son clave para el máximo certamen, como lo son el modelaje en pasarela y clases de maquillaje, entre otros aspectos importantes.
Thalia Olvino, antecesora de Villasmil, confesó en agosto del año pasado que en la Quinta Miss Venezuela “reinaba la improvisación, la limitación de recursos, la poca empatía con la situación particular de cada reina, la lucha de poderes, la discriminación y la indiferencia”.
Según Lester Rojas, periodista de farándula residente en Ecuador, la principal carencia del Comité es el enfoque y el acuerdo. “Mientras que el Miss Mundo busca una embajadora de beneficencia, a una mujer altruista, el Miss Universo busca una candidata que sea más explosiva, más top model. Están tratando de vender a Miss Venezuela como una representante elegante, real y natural, pero eso no está funcionando en los concursos, porque ya no causan impacto”, explica.
En sus acostumbrados artículos de opinión para GloboMiami, Sergio Monsalve esboza lo que podrían ser argumentos políticos para evitar que Villasmil fuera más allá del top 21 de un Miss Universo celebrado en Miami, la capital por excelencia del “exilio” venezolano.
En su análisis, el periodista, crítico de cine, docente y documentalista afirma que la ganadora del certamen “contestó correctamente y es una candidata perfecta para consagrar en Florida Hollywood. Pero este es un estado realmente imposible de aproximar a la causa de Mariángel Villasmil, dado el prejuicio que hay con su origen, una expatria cuasi cancelada por el concurso. La chica criolla es hermosa, bien preparada, pero su pasaporte la marca, como cualquier exiliado o deportado de Miami”.
El politólogo Joaquín Ortega es menos lapidario en su apreciación. Si bien explica que antaño algunos partidos, como AD o Copei, intentaban beneficiarse con la imagen de las candidatas, reconoce también que más allá de un logro político, “para el país, Miss Venezuela representa el éxito, el ascenso social inmediato y una ventana al mundo de la publicidad y la actuación. Es un ticket directo a la notoriedad de los medios de comunicación. Al menos mientras fueron libres y nuestra atención era convocada por la televisión abierta”.
De hecho, se podría afirmar que el declive del Miss Venezuela llegó con el inicio de la crisis económica al país. Un mal signo fue el cambio de locación para la realización del concurso, que pasó de celebrarse en el Poliedro de Caracas ante un público de casi 15.000 personas a emitirse desde los estudios de Venevisión, casa madre del concurso.
Un artículo de El País, que data de 2018, afirma, incluso, que este habría sido uno de los motivos que desencadenó la renuncia de Sousa. “Las condiciones para la organización del concurso se han deteriorado claramente en los últimos años, en virtud de las restricciones económicas y Sousa, de 71 años, no habría podido sobrellevar los niveles de ansiedad en el manejo de las gestiones cotidianas para poder organizarlo como a él le gusta”, reza el artículo firmado por Alonso Moleiro para el diario español.
Así, con un Comité dando tumbos en medio de escándalos por desorganización y maltrato, la corona de Miss Venezuela pierde el brillo que la caracterizó anteriormente y deja de causar el impacto que tuvo alguna vez.
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