«Comer es una cosa terriblemente seria». La cita es Antonio Pasquali, el gran teórico de la comunicación fallecido a principios de este mes.
Con esta reflexión, la antropóloga Ocarina Castillo, fundadora de la cátedra Antropología de los Sabores en la Escuela de Sociología de la Universidad Central de Venezuela y del diplomado “Alimentación y Cultura en Venezuela” de la Universidad Central de Venezuela, dio comienzo al segundo día del Tentempié de Antroposabores, que en esta segunda jornada contó con la participación de la psicóloga social Yorelis Acosta, el publicista Enrique Peña y Alma Ariza, coordinadora del departamento audiovisual de El Pitazo.
La jornada comenzó con el balance de Castillo sobre las ponencias del día anterior. Recordó algunas cuestiones planteadas por la ponente Ivanova Decaán Gambus a los periodistas, productores, científicos, investigadores y todo profesional o interesado en el acto alimentario, como el reto de sentar las bases de una identidad cultural desde la gastronomía, la necesidad de resistir a la «cocina del espectáculo», y de qué manera la gastronomía podría contribuir a la solución de problemas como la desnutrición y la cocina sustentable en Venezuela.
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La mesa 3 del simposio tuvo como tema Narrativas del hambre: la gula y el no comer. Yorelis Acosta fue la encargada de abrir la jornada.
Acosta, psicóloga social cuya línea de investigación se enfoca en conflictividad, violencia y protestas, realizó un paneo de las emociones comunes en la sociedad venezolana actual, entre las cuales destacan la incertidumbre, el miedo, la ansiedad, la rabia y la tristeza.
Durante su intervención, destacó la importancia de convertir el acto de comer en un momento de calma y realizar un esfuerzo por procurar espacios de paz para uno mismo con el fin de preservar la salud mental.
Alma Ariza, responsable de todo el material audiovisual que se produce en El Pitazo, fue la encargada de continuar con el simposio cuando expuso la importancia de trabajos como La generación del hambre, un reportaje multimedia gracias al cual el medio de comunicación fue ganador del Premio Ortega y Gasset 2019.
«¿Qué hemos hecho en Venezuela para hablar sobre el hambre? Contar la historia del fracaso de un proyecto político», expresó Ariza, que fue parte del equipo ganador del premio.
Recordó que en el reportaje se relata la historia de ocho niños nacidos en 2013, cuando el gobernante Nicolás Maduro asumió el poder después del fallecimiento de Hugo Chávez. También explicó que estos ocho niños, al igual que millones en el país que padecen de desnutrición severa, poseen graves daños motores y cognitivos relacionados con la mala alimentación y la ausencia total de micronutrientes como consecuencia de una dieta pobre, en el mejor de los casos, y ausente en muchas oportunidades.
Destacó, además, la importancia de las 14 piezas infográficas que componen el reportaje como método para desglosar la información, organizarla y hacerla comprensible para los lectores.
En las redes, quienes padecen de anorexia y bulimia comparten cualquier tipo de información, y no precisamente sanadora. La mayoría de quienes utilizan estas etiquetas y que padecen estos desórdenes alimenticios no los observan como una enfermedad sino como una manera de mantener la delgadez, tan demandada por la sociedad hoy día.
Este fue el tema de la ponencia de Enrique Peña, quien abordó los distintos tipos de anorexia y de bulimia, dos enfermedades ligadas de manera exclusiva al acto de comer, ya transformado en una actividad dolosa.
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