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sábado, 4 mayo, 2024
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El beato José Gregorio Hernández llegó a los altares sin sus devotos

Con una transmisión televisada de la ceremonia a la que solo pudieron acceder 150 personas, se realizó este viernes 30 la beatificación de José Gregorio Hernández. Sus devotos, que no pudieron acompañarlo en la liturgia, llevaron su devoción a los espacios en los que se le rinde tributo en la ciudad e hicieron de su corazón un templo para ofrecerle un homenaje al médico de todos

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El aplauso retumbó en toda la plaza La Candelaria cuando un párroco salió y se ubicó ante las rejas de la iglesia y gritó a través del micrófono que José Gregorio Hernández ya era un beato y que iniciaba su camino a la santificación. Algunos tenían lágrimas en sus ojos, otros se arrodillaron o celebraron alzando las estampitas del médico, y todos parecían contentos. Lo que esperaron durante más de 70 años llegó, pero lo hizo sin que los devotos que lo elevaron a los altares pudieran presenciarlo.

No fue un evento multitudinario en el Poliedro de Caracas o en el Estadio Universitario, ni siquiera fue una misa pública en la que pudieran participar los seguidores del llamado Médico de los Pobres. La ceremonia de beatificación de José Gregorio ocurrió en pandemia y obligó a los venezolanos a arriesgarse a visitar los espacios que le pertenecieron al beato para poder acompañarlo de alguna manera en su tránsito a los altares de la Iglesia católica.

Varias personas se agruparon en la Plaza La Candelaria para manifestar su fe al Médico de los pobres | Foto: Ronald Peña

Por eso, mientras la ceremonia ocurría en la capilla del colegio la Salle, con una asistencia limitada a 150 cupos, ocupados por el clero eclesiástico, las personas relacionadas con José Gregorio o su causa y autoridades políticas, los ciudadanos que creen en el doctor que ahora es beato, se reunieron en la plaza La Candelaria, la esquina de Amadores en La Pastora y la que fue su vivienda en esta misma parroquia caraqueña.

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“Hoy Venezuela se llena de júbilo, pues después de 72 años de iniciado el proceso de beatificación del doctor José Gregorio Hernández, laico, científico y médico de los pobres, nos reunimos en torno a la mesa del Señor para anunciar por la voz del delegado del papa Francisco, monseñor Aldo Giordano, nuncio apostólico en Venezuela, que nuestro amado trujillano de Isnotú es beato”.

Esas fueron las palabras con las que se inició la ceremonia, que se podía ver en YouTube o a través de ValeTV, pero que muchos devotos prefirieron perderse para acompañar en sus espacios al que ya consideran santo.

En La Pastora muchas personas se reunieron también para escuchar la ceremonia en radio o verla en TV | Foto: Ronald Peña

El llanto de agradecimiento estaba a flor de piel en todos: la gente que oraba de pie en La Candelaria y se agrupaba en torno a radios o pequeños teléfonos para ver la ceremonia; los que llegaban a la esquina de Amadores y escuchaban la liturgia desde las cornetas que un vecino dispuso a todo volumen en su balcón; y los miembros de la Comisión de Beatificación presentes en la capilla de La Salle y que no podían contener el llanto mientras escuchaban cada fase de la ceremonia.

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Quienes miraban el televisor podían ver el logo de ValeTV en la pantalla y a distintas autoridades del gobierno de Nicolás Maduro que se hicieron presentes en el acto litúrgico, aunque en ruedas de prensa anteriores se había asegurado que la presencia estaría limitada a las autoridades de la Iglesia. Pero entre los fieles nadie reparó en ello. Unos porque no tenían televisión; otros porque solo escuchaban la ceremonia en radio y muchos porque prefirieron salir a rendirle homenaje al beato que quedarse en casa.

Muchas personas lamentaron no poder vivir el acto multitudinario que esperaban fuese esta beatificación | Foto: Ronald Peña

Todos estaban agradecidos; todos estaban extenuados por la lucha que representó elevar a José Gregorio al altar católico que ahora le corresponde; y todos estaban seguros de que esta beatificación era un acto de justicia divina para un ser que siguió en servicio al prójimo, aun después de muerto.

“José Gregorio está vivo, está con nosotros. Vive en los hospitales, en las iglesias, en las casas donde hay un enfermo, en nuestros corazones. Ese es nuestro santo, uno que no nos abandonó ni siquiera cuando nadie creía que era un santo de verdad”, decía entre sollozos una devota que se negó a dar su nombre por vergüenza de su debilidad, pero que no dejaba de manifestar su fe en el llamado siervo de Dios.

A la ceremonia privada asistieron solo 150 personas y desde la transmisión de ValeTV se pudo apreciar a funcionarios del Gobierno de Maduro entre ellas | Foto: Ronald Peña

Los testimonios de fe que emanaban de las bocas de cada devoto sostenían el ambiente de alegría y esperanza en cada escenario en el que José Gregorio estuvo presente este viernes. Entrar a la Pastora era ser eclipsado por el nuevo beato de la Iglesia católica.

Murales, afiches pegados en las entradas de las casas, gente caminando con figuras en representación del beato en los brazos, mujeres con rosarios y banderas… En algunas de esas casas de la zona de construcción antigua y ventanales amplios se podía ver a algunas personas reunidas en torno a radios o televisores pequeños, viendo la ceremonia de beatificación.

En la esquina de Amadores al menos 40 personas se concentraban, tratando de guardar el distanciamiento que exige la pandemia. Entre ellas estaban los miembros de la familia Pico, ataviados con camisas que mostraban una silueta del doctor José Gregorio Hernández y decían la palabra fe.

Foto: Ronald Peña

Amarilis lloraba mientras narraba que hace tres años ella y su familia vivieron el peor momento de sus vidas cuando un accidente de tránsito cegó la vida de su esposo y dejo al borde de la muerte a ella y a sus hijos. Desde entonces visita cada semana algún santuario de José Gregorio, pues está convencida de que la fe que su esposo le tenía salvó al resto de la familia.

Gente de toda Caracas se encontró allí y usó sus tapabocas para protegerse del COVID-19; igual ocurrió en La candelaria. Pero los que no pudieron estar también se hicieron presentes desde la virtualidad para manifestar su adoración por el doctor Hernández.

Cuando el almanaque apenas marcaba que el 30 de abril había llegado, los estados de WhatsApp y de otras redes sociales se llenaron de imágenes y fotos alusivas a la celebración que todos esperaban en el país y que llegó como un bálsamo para calmar la efervescencia de los últimos días: la beatificación del médico de todos, del Siervo de Dios, del científico que también fue religioso, del doctor de todos los venezolanos, de José Gregorio Hernández.

Foto: Ronald Peña

Un templo en el corazón

“Ahora sí que se va a acabar esta pandemia. Estamos felices, estamos llenos de alegría. Es un momento de infinita felicidad porque ese hombre por fin es reconocido como el santo que es”, fue el comentario que hizo Jaiden Ortega, que condujo en bicicleta desde Catia hasta La Candelaria para honrar a su médico, como él llama a José Gregorio.

A punto de terminar la ceremonia, todos los fieles se aglomeraron en la reja de la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria, que permaneció cerrada al público, incluso hoy, tras el repunte en los casos de coronavirus. Trataban de obtener estampitas que ocasionalmente algunas personas repartían ante las rejas de la iglesia.

Había personas con cuadros, dibujos, bustos, composiciones, camisas y hasta arreglos florales o velones para agradecer favores a José Gregorio. Flor Nathaly Contreras estaba sentada en uno de los muros de la plaza con sus hijos y su esposo, todos vestidos igual y rodeando un velón, agradeciendo la oportunidad que el beato José Gregorio Hernández les dio de volver a estar juntos.

Foto: Ronald Peña

Flor Nathaly y toda su familia tienen menos de un mes de haber sanado del COVID-19. Ella asegura que deben su sanación a José Gregorio, que se le apareció cuando estaba en estado de gravedad. “Lo vi vestido de negro. Yo no era devota, pero se apareció cuando yo estaba con la saturación en 70 y él me dijo que todo estaría muy bien… Ahora me sané y estoy bien. Puedo mover mi cuerpo, volví a la vida”, relató esta mujer.

Aunque terminó la ceremonia, los ciudadanos permanecieron frente a la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria a la espera de que develaran una nueva estatua del beato José Gregorio Hernández. Esto ocurrió a las 2:00 pm, cuando la alcaldesa de Caracas, Erika Farías, y la ministra de Justicia, Carmen Meléndez, llegaron al sitio y ofrecieron algunas palabras a los presentes.

Los abucheos a algunos comentarios se apagaron y cambiaron por aplausos y vítores cuando develaron la estatua de cinco metros de José Gregorio que acompañará desde este viernes a los caraqueños. Esta será el recuerdo de un evento que se esperó más de siete décadas y llegó en medio de un momento en el que a los venezolanos les tocó hacer en sus corazones el templo para José Gregorio.

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