Las fallas eléctricas de marzo de 2019, generaron irregularidades en el sistema en la urbanización Simón Bolívar que nunca se solventaron. Las fluctuaciones dejaron a Yusleiny sin nevera, lavadora y computadora. En 11 meses gastó 530 dólares para reponer las pérdidas que le corresponden al Estado

#APAGÓN2019 UN AÑO OSCURO

Luego del apagón nacional del 7 de marzo de 2019, en la urbanización Simón Rodríguez, un sector de la parroquia El Recreo, el servicio eléctrico es irregular. Las fluctuaciones ocurrían cada día, a cualquier hora. Aunque no hay datos oficiales, el Comité de Víctimas por Apagones registró 995 fallas solo en Caracas.

Como los demás habitantes, Yusleiny Aristiguieta comenzó a temer que con alguna subida del voltaje sus equipos electrodomésticos se dañaran. Su miedo se tradujo en una lista de averías por las que ha tenido que pagar 530 dólares entre la nevera, la lavadora y la computadora. Eso equivale a 176 salarios mensuales en Venezuela.

Lo primero fue la nevera, que luego del primer apagón masivo dejó de enfriar. Pasó cuatro meses comprando justo lo necesario para un día para ella y su hijo de 15 años y los alimentos que rendían para más de una comida los guardaba en casa de algún vecino. Cuando por fin reunió el dinero suficiente para repararla, una intermitencia en el sistema eléctrico la apagó nuevamente. Y así ha pasado tantas veces que a Yusleiny le cuesta precisar. No ha podido usar la nevera ni siquiera un mes corrido desde la primera falla.


Al final, la falta de una nevera se convierte en más gastos, porque no puedes organizarte y hacer un mercado, y en una mala alimentación, porque te limitas a comprar productos más prácticos, aunque no sean los más sanos

Yusleiny Aristiguieta, habitante de la parroquia El Recreo

Entre marzo de 2019 y febrero de 2020, Yusleiny ha comprado un bimetálico, un ventilador, dos termostatos y tres resistencias. A eso le suma los gastos por mano de obra y así se le fueron 220 dólares.

Aunque admite sentirse muy golpeada económicamente, le parece más importante insistir en cómo disminuyó su calidad de vida: “Al final, la falta de una nevera se convierte en más gastos, porque no puedes organizarte y hacer un mercado, y en una mala alimentación, porque te limitas a comprar productos más prácticos, aunque no sean los más sanos”.

En noviembre del año pasado, durante una fluctuación eléctrica, su computadora se apagó. Yusleiny recuerda que cuando el técnico la abrió para revisarla se dio cuenta de que estaba quemada. Ella lamenta que era una laptop que no llegaba al año de uso. Ella es productora de contenidos para noticieros y se había quedado sin su herramienta de trabajo, por eso, el dinero que había ahorrado para la reparación de la nevera y la lavadora, lo invirtió en una computadora nueva. Se sumaron 300 dólares a su lista de egresos.

Lo que más costo ha tenido en su día a día es la falta de lavadora; aunque, paradójicamente, ha sido lo más económico: por el repuesto pagó 10 dólares y por la reparación, menos de 8.

Yusleiny tiene tres hernias en la cervical que le impiden hacer esfuerzos como, por ejemplo, lavar a mano. Durante siete meses estuvo exprimiendo ropa. Lo peor de todo, recuerda, eran los pantalones de jean que por su peso agravaban su condición médica. Muchas veces le afectó tanto que alguno de sus brazos quedaba inmovilizado por el dolor.

Aunque recuperó dos de los tres electrodomésticos dañados, cada vez que sale de casa piensa en que alguna fluctuación pueda afectar algo nuevamente.


ENTRE MARZO DE 2019 Y FEBRERO DE 2020, YUSLEINY HA INVERTIDO 530 DÓLARES EN LA REPARACIÓN Y SUSTITUCIÓN DE SUS ELECTRODOMÉSTICOS


Para el cierre del primer semestre de 2019, según las encuestas del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos, solo 4% de la población venezolana contaba con una planta eléctrica. Yusleiny forma parte del 96% restante, por eso depende de que el servicio sea eficiente y de que Corpoelec cumpla con su responsabilidad, como lo establece el artículo 34 de la Ley Orgánica del Sistema y Servicio Eléctrico.