Guarenas.– Con sus helados caseros de frutas, Raúl Barrios, un habitante de Guarenas, estado Miranda, comenzó a ganarse la vida en este 2020, cuando la llegada de la pandemia lo dejó sin empleo. Las colas de gasolina representan uno de sus más grandes mercados.
En la Avenida Intercomunal Guarenas-Guatire se forman tres grandes colas para las estaciones de servicio La Comunidad, Valle Verde y Monzón, todas bajo el sol característico de esta zona.
Raúl, con su cava sobre una carrucha en una mano y las helados que vende en la otra, recorre esas colas varias veces al día, mientras ofrece sus helados tipo tetas.
«Yo mismo preparo mis helados en las tardes, los pongo a congelar y al día siguiente salgo a venderlos. Siempre llevo un promedio de 80 helados. Hay días muy buenos que los vendo todos y otros no tan buenos, en los que vendo la mitad, todo depende del día», comentó Raúl.
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Los sabores de parchita y coco son los que tienen mayor demanda, explica Raúl. El precio depende de la preparación. Por ejemplo el de parchita y otras frutas sencillas cuesta Bs 80.000; mientras que el de coco, que requiere un ingrediente adicional como la leche, son vendidos en Bs 100.000.
«Hay para todos los gustos. Cuando no hay gasolina en estas bombas, no se forman colas, entonces esos días me voy a recorrer el casco central ofreciendo los helados y siempre se venden, gracias a Dios», destaca Raúl.
Sin embargo, Raúl prefiere las colas, porque en esas eternas filas de carros, vende más rápido su mercancía. «Hay días más productivos que otros. Lo importante es no perder la fe y dar gracias a Dios», refirió.
Con buen ánimo, una sonrisa y su voz fuerte, Raúl sale todos los días a la calle a ofrecer sus helados. Para principios de este año trabajaba como vendedor en una ferretería, pero la llegada de la pandemia por el COVID-19 al país, que obligó a decretar la cuarentena, obligó al cierre del local y se quedó sin su empleo.
«Tengo mi familia que mantener y no me podía quedar de brazos cruzados. Decidí probar con los helados y me va bien, gracias a Dios. Por lo menos la comida no nos falta», explicó.
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