Márquez es guionista y director de “Especial”, la primera película del cine venezolano protagonizada por un actor con síndrome de Down y cuyo estreno mundial se realizará en la edición 56° del Festival de Cine de Chicago, EE. UU.
Entrevista: César Batiz | Redacción: Catherine Medina
Algo impactó a los jueces de la 56° edición del Festival de Cine de Chicago, una de las principales vitrinas del cine independiente en el mundo, para escoger a «Especial» como parte de su programación. Su director, el cineasta venezolano Ignacio Márquez, no está seguro de por dónde vino el primer impacto.
Quizás tenga el mérito de ser la primera película venezolana protagonizada por un actor con síndrome de Down, en un momento histórico marcado por la necesidad de abrirles el paso a la diversidad y a las minorías.
Lo cierto es que «Especial» viene trabajando en su proyección internacional desde hace algún tiempo. Ocho años, para ser específicos. Las primeras cosechas llegaron en 2015, cuando el proyecto fue seleccionado en el laboratorio internacional de desarrollo de proyectos organizado por el festival de Cine Latino de Toulouse, Francia.
En el ámbito de trabajo convencional, el máximo cargo al que puede aspirar alguien con esta condición es ser asistente de oficina
Ignacio Márquez, cineasta
Después, en 2017, el proyecto ingresó en la sección de etapa de desarrollo de coproducción del Festival de Guadalajara en México, y a finales de 2019 entró en las asesorías de terminación del festival Ventana Sur, uno de los mercados de cine más importantes de América Latina.
El estreno mundial de la película se realizará en el marco del Festival de Cine de Chicago, que se llevará a cabo entre el 14 y el 25 de octubre del año en curso, en formato virtual. De esta manera, «Especial» y su equipo demuestran que la gota de agua logra romper la piedra no gracias a su fuerza, sino a su constancia.
Lo diferente une
Ignacio Márquez lleva 18 años trabajando con adultos jóvenes con síndrome de Down, varios de ellos en el grupo de teatro de la Fundación Apoye, una institución creada por padres de jóvenes con esta condición, que se dieron cuenta de que en el país no existían entidades especializadas en la “adultez Down”.
Este es un tema del cual se habla poco, porque se sabe poco, según el criterio de Márquez. De hecho, es uno de los principales intereses dramáticos del cineasta: retratar el paso que existe entre la infancia y la adultez de un individuo con síndrome de Down. “Son tratados como unos niños eternos, porque sus atributos físicos generan una especie de ternura constante, y no nos damos cuenta de que tienen las mismas necesidades y deseos de una persona adulta”, acota.
Los adultos con síndrome de Down son tratados como unos niños eternos, y no nos damos cuenta de que tienen las mismas necesidades y deseos de una persona adulta
Ignacio Márquez, cineasta
De hecho, esta es la médula de «Especial»: un joven con condiciones distintas que busca independizarse de su padre, soltero y refugiado en la bebida. Aquí, Márquez utiliza la relación entre un padre que no sabe cómo abordar a su hijo para hablar de algo tan universal como lo es el respeto a la diferencia.
Dice el cineasta: “En la sociedad contemporánea venezolana, creo que es importante recordar que es necesario aceptar nuestras diferencias, y comenzar a construir desde el respeto hacia las mismas”.
Además, la historia del protagonista de «Especial» es un dardo al corazón para cualquier adulto joven en Venezuela, pues habla sobre la necesidad de ser independientes y autónomos en una sociedad que no colabora, con un sistema económico, político y social en crisis. “Mi trabajo es ser la voz de ellos”, reconoce Márquez.
Ser Down, en verdad, es un Up
A lo largo de casi dos décadas trabajando con personas con síndrome de Down, Ignacio Márquez ha podido constatar que las personas con esta condición tienen un potencial que, aún en 2020, no es comprendido.
“La Fundación Apoye tiene un programa de inserción laboral que funciona muy bien”, acota Márquez. “Pero, por ejemplo, en el ámbito de trabajo convencional, el máximo cargo al que puede aspirar alguien con esta condición es ser asistente de oficina”.
Así como se da cuenta de esta barrera, ha notado el derrumbe total de las diferencias en materia de arte. Márquez cita, por ejemplo, la línea de trabajo Artistas de papel, creada por la Sala Mendoza para incluir a personas especiales en la formación tanto de artistas como de personal de galería. Para el cineasta, “es maravilloso ver cómo las obras de un artista Down son expuestas a la par de cualquier otro artista, sin distinción”.
Existe una subestimación total de las capacidades del [individuo con] síndrome de Down. He visto grupos de teatro que abordan el trabajo con ellos desde el límite, o la lástima
Ignacio Márquez, cineasta
En el terreno del arte, para Márquez, el creador con síndrome de Down les lleva una ventaja a los “normales”. Primero, porque quienes presentan esta condición tienen una predisposición innata a jugar, lo que facilita la improvisación en el área de la actuación. Después de todo, la traducción de la “obra” de teatro en inglés es “play”, que también significa juego.
Segundo, Márquez señala la facilidad de la persona con síndrome de Down para conectar con sus emociones, que en todo momento mantiene a flor de piel. Cosa que, para un artista plástico o un actor sin esta condición, resulta bastante cuesta arriba.
Lo aprendido en el recorrido
Si hay algo que Márquez ha aprendido del síndrome de Down es que las limitaciones las impone la sociedad, y no quienes portan esta condición. “Existe una subestimación, un desconocimiento total de sus capacidades. He visto grupos de teatro que abordan el trabajo con ellos desde el límite, o la lástima”, recuerda. “Yo entendí que el límite lo coloca uno mismo, y que es mi deber exigirles todo dentro de sus capacidades”.
Ignacio Márquez destaca que aún queda mucha tela que cortar, aunque la sociedad esté volcada a garantizar la representación de las minorías. “Considero que las campañas de inclusión que afirman que todos somos iguales están en un error. No somos iguales; hay que partir de ahí. Lo que debemos hacer es crear la igualdad de condiciones para que todos tengamos las mismas posibilidades”.
El camino es pedregoso, pero no por ello inaccesible. Después de todo, Márquez reconoce que, gracias al síndrome de Down, ha entendido que la única diferencia entre lo posible y lo imposible es que lo imposible tarda más tiempo.
Las campañas de inclusión que afirman que todos somos iguales están en un error. No somos iguales; hay que partir de ahí. Lo que debemos hacer es crear la igualdad de condiciones para que todos tengamos las mismas posibilidades
Ignacio Márquez, cineasta