El totalitarismo democrático es un juego perverso y paulatino, donde un grupo político va destruyendo el Estado de Derecho con base en artimañas, coyunturas, imparcialidad del sistema electoral, vacíos legales y perversión de la moral. Con una apariencia de legalidad, los totalitarios “democráticos” van destruyendo el Estado Liberal, ese que permite a los ciudadanos, mediante una Constitución, defender sus derechos ante el Estado.
Bajo una apariencia de legalidad, el totalitario se hace con todos los poderes públicos, destruyendo la justicia y sometiendo al Estado a las consideraciones políticas y a los intereses de una sola persona o pequeño grupo de personas. Esto fue lo que estuvo ocurriendo en Venezuela durante 20 largos años de forma progresiva y cada vez más descarada, creando incluso gobiernos paralelos, burlando la Constitución de forma abierta y cínica, emitiendo decretos “con rango, valor y fuerza de ley” para someter la legalidad aún más a su favor, enterrando de esta manera cualquier vestigio de legitimidad y de democracia.
Con un andamiaje legal sin precedentes, el tirano, armado y violento, arremetió contra la libertad del venezolano, le arrebató su tranquilidad, su poder adquisitivo, sus planes a futuro. El tirano redujo a la sociedad, la atomizó, y la sometió a las calamidades más básicas, solo con el fin de que no tuviéramos aspiraciones políticas. Lo heroico es que nosotros, a pesar de esas calamidades, seguimos aspirando por una Venezuela libre.
A pesar de que el plan era someter una sociedad a la pobreza, ocupar nuestra mente y nuestro tiempo a resolver problemas esenciales, seguimos en una lucha permanente y con el mismo ímpetu.
Para ser libres debemos rescatar ese marco institucional que nos garantiza el respeto a nuestros derechos fundamentales. El Estado de Derecho tiene que ser restablecido, y la ruta que se ha tomado para tal fin ha sido el progresivo desconocimiento de quienes secuestraron el poder político. Gracias a esto el totalitarismo democrático se está quedando sin fachada que finja democracia o institucionalidad. La gran falacia se está desmontando al mismo tiempo que renace una esperanza legítima, apegada a la Constitución y reconocida nacional e internacionalmente.
La gran falacia se está desmontando al mismo tiempo que renace una esperanza legítima, apegada a la Constitución y reconocida nacional e internacionalmente.
La conformación de un gobierno de transición es un paso indispensable para el rescate de nuestra democracia y el restablecimiento de nuestras libertades, porque es el paso previo para tener, luego de tantos años, elecciones legítimas que nos permitan escoger un gobierno para la recuperación del país. Sin duda el 23 de enero de 2019 ha sido un hito muy importante en nuestra historia contemporánea.
Oscar J. Torrealba
Economista UCV
Twitter: @DineroFiat
IG: srtorrealba