San Antonio.- Las largas colas que son comunes en las inmediaciones del Saime para sellar la salida de Venezuela se han acentuado aún más debido a los cortes de energía eléctrica por cuatro horas y dos veces al día.
En San Antonio del Táchira, municipio Bolívar, en la frontera de Venezuela con Colombia, los apagones no solo retrasan la salida de quienes se van del país, sino que además de ello también se suma la falta de línea telefónica y de sistema en las computadoras.
«Yo llegué a las 5 de la mañana porque me dijeron que la cola era muy larga y cuando llegué tenía como 200 personas por delante y esperamos, no teníamos de otra. A las 6 de la mañana supuestamente empezaban a trabajar; no vimos movimiento y asumimos que a las 8 era que comenzaba el proceso de sellado de pasaporte. Muchas personas que cruzaban la frontera decían que no había luz en el pueblo, pero no teníamos cómo saberlo porque en la plaza donde estábamos no había bombillos o conectores» narró Luisa Ostos, quien estaba con su hijo de 12 años esperando para salir del país rumbo a Lima para de allí llegar a Chile.
Luisa y su hijo debieron dormir en San Antonio del Táchira para garantizar que estarían muy temprano en el Saime, pero pese al intento no fue hasta las 9:30 de la mañana cuando supo por anuncio de un funcionario que no había sistema y que no se podría iniciar el sellado de pasaportes hasta que se solventara la situación.
Tal como lo dijeron quienes pasaban por allí, en San Antonio no había luz; sin embargo, los trabajadores aseguraron que la institución contaba con planta eléctrica, aunque quienes estaban en cola nunca lograron verla o escucharla trabajando.
Bajo el sol inclemente de San Antonio, que según la aplicación de su celular marcaba 37 grados centígrados, y sin la posibilidad de moverse de allí, Luisa y su pequeño esperaron sentados en el piso. A las 11:50 de la mañana comenzó a correr la cola. Poco a poco, sin mayor avance.
Detrás de ella la fila se fue formando durante toda la mañana y puede recordarla como «enorme, larga, confusa, no solo estaba en la plaza, sino también salía de allí, casi en dirección hacia el puente».
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Mientras ella esperaba para sellar los pasaportes, en el lado colombiano se extrañaban al principio de la situación y la poca presencia de viajeros. En el módulo de la Cruz Roja esperaban atender a las más de 800 personas que ven a diario, pero al mediodía tan solo a diez personas les prestaron atención médica y de hidratación.
«Desde una parte del puente se ven como a dos mil venezolanos represados del otro lado; nos dicen que es porque no hay luz para sellar. Estamos preocupados por los ancianos y los niños, que deben estar cansados y con sed, porque allá no les dan ni agua y la temperatura está muy alta», dijo un voluntario de la Cruz Roja mientras miraba fijamente la entrada a Migración Colombia, por donde suelen ingresar cientos de venezolanos.
A las 5:50 de la tarde, Luisa Ostos y su hijo lograron sellar el pasaporte. Ambos comieron pan que la hermana de Luisa les regaló para el camino y el pequeño debió orinar en un árbol muy cerca, pues no podían moverse.
10 dólares para no esperar…
En esa misma cola, Johana Angarita denunció que mientras estaban esperando «desesperados y molestos», unos hombres pasaban susurrando «por 10 dólares pueden pasar de primeros cuando haya sistema«, y aunque los tenía, eran necesarios para su viaje en autobús hasta Ecuador.
Por los gestores se fue formando una cola paralela en el Saime, formada por quienes serían atendidos de primeros cuando nuevamente se iniciaran los trabajos de sellado de pasaporte. Esto bajo la mirada de la Guardia Nacional, quienes custodian la frontera.
Este caos se ha registrado desde que se iniciaron los apagones constantes en el Táchira, pues aunque antes una persona tardaba cuatro horas para sellar pasaporte, pero en la actualidad las colas son de hasta 12 horas.
Pese a que se encontraban más de 500 personas en la cola, el trabajo periodístico para entrevistar a más personas y fotografiarlos no fue posible, pues en esta zona los funcionarios militares prohíben que se tomen fotos, se hagan grabaciones o se ejerza cualquier práctica periodística.